Oct 20 2005
Jugando en las “grandesligas”
Escrito por laaguja | Archivado en: Rojodeporte profesional
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el 20.10.2005 (Thursday) a las 01:00:39 y está archivado en
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Siempre la educación se llega más lejos que con la prohibición. Pero como no hay educación, nadie parece entenderlo.
¿Qué es mejor, que alguien no robe por miedo al ccastigo o que no robe porque le enseñaron o logró comprender que es malo? Bueno, acá se aplica lo mismo.
Siempre CON la educación… quise decir.
Creo que la falta de educación es un mal pandémico que asola a la juventud de todo el globo (ya sabes que ninguna generalización es cierta, incluida ésta).
Estos muchachos de la NBA son millonarios, pero no son educados. Es más, la fuerza del dinero (nuevos ricos al fin y al cabo) les hace ser más prepotentes y, por ende, menos educados. Digamos que “no lo necesitan”. Siempre están rodeados de acólitos que ríen sus gracias.
En su mundo, sorber la sopa o entrar cubiertos con una gorra en un templo es algo normal. Conste que soy poco religioso, y a mí no me indigna esa actitud en concreto. Pero sí me indigna que te dispongas a salir desde un local y quien entra te impida hacerlo, arrollándote hacia dentro en contra de tu voluntad.
Y eso en la NBA, que vienen de la Universidades. En deportes como el boxeo, del que soy seguidor y “algo entendido”, esta diferencia entre riqueza y falta de cultura y educación es más clara. Es lo que hay.
Hablar en público en un recinto cerrado con unas gafas de sol puestas, por mucho que te lo pida la marca que te patrocina, deja mucho que desear del deportista y de la marca.
Tengo la sensación (no soy entendido y apenas veo partidos de la NBA) de que los espectadores son más educados y deportivos que los jugadores. En cualquier caso, éstos no hacen sino reproducir lo que hay en la sociedad: una ausencia notable de estética y una falta de buen gusto y educación cívica. Quizás esto suene a muy antiguo, pero estos deportistas (como los futboleros) son un espejo en el que se mira mucha gente, especialmente los jóvenes. El ejemplo que dan algunos jugadores no es muy bueno, precisamente. Pero en fin, lo mismo es que somos unos anticuados los que damos cierta importancia a la urbanidad y las buenas costumbres. O sea, que solemos ir limpitos, con ropa modesta pero lavada y sin agujeros, peinaditos si tenemos algo de pelo, usamos frases y modales de cortesía, pensamos que el cuerpo no está hecho para ser agujereado o que la piel ya es bastante hermosa estando limpia y sana, como para embadurnarla con manchas tatuadas…. No escupimos por la acera, nos paramos en los pasos de cebra cuando vamos conduciendo, encendemos los intermitentes cuando vamos a girar, e incluso los más antiguos hasta respetamos la voz y la experiencia de nuestros mayores. Las gafas de sol y el sombrero los utilizamos cuando hace sol y no para presumir y hasta hablamos bajito cuando alguien a nuestro lado está enfermo. ¡Cosas veredes, amigo Sancho!
Como ves, amigo Juan, en la NBA le van a poner puertas al campo. Porque, ¿qué es exactamente lo políticamente, perdón, lo deportivamente correcto? Estos muchachos, mega-giga-estrellas de la canasta, han salido en su mayoría de guetos y de barrios en los que hasta las ratas se ofenden si las encuentran muertas (la frase no es mía, sino de Poly, el cuñado de Rocky Balboa, en la tercera entrega de la saga).
Quiero decir con esto que en cuanto estos muchachos abran la boca, por muy universitarios que sean, el pan subirá un duro.
Sabemos que muchos obtienen becas universitarias únicamente por su destreza con el balón, y que tendrían problemas para superar un examen de nuestra ESO. Fíjate en nuestros universitarios, que acceden a la “Uni” mediante el preceptivo examen selectivo y escriben y redactan y leen como el culo. Sí, sí, como el culo, que así es como ellos se expresan en público.
Lo dicho, creo que ganarían más impartiéndoles un máster de expresión en público, un curso de postgrado de lenguaje no-verbal, un curso de verano de dicción… Porque a estos señores universitarios no se les puede ofrecer menos que uno de estos cursillos con nombre tan rimbombante (que cursillos son, aunque nos la quieran dar con queso).
Como decían nuestras abuelas: “aunque la mona se vista de seda, mona se queda”.