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Ocho añitos de prisión que, aunque hablemos de Francia, luego quedarán reducidos a la mitad y au revoir, a casita lalará, lalarita… (Un inciso: tengo la sensación que nunca como en estos tiempos está saliendo tan barato el cargarse al prójimo con el cuento de la accidentalidad, la casualidad o las eximentes mentales por enfermedad, droga o estupidez congénita. El muerto al hoyo y el vivo al bollo, que dijo el clásico, y total, los muertos no dan de comer pero los vivos sí, aunque se tiren unos pocos añitos en la cárcel).
Ese exceso de presión y responsabilidad de que hablaba en mi comentario sobre Rullán no sólo se da en los deportistas de cierto éxito, sean de deportes minoritarios o no. También empieza a calar entre los niños y jóvenes por las razones que tú comentas: la pasta gansa que pueden ganar y que jubilará a los papis, el ver cumplidos en el chaval esos sueños truncados del papaíto o la mamaíta… En otros tiempos tan zarrapastrosos como éstos, aunque con menos libertades, alguna chavalería se quemaba porque los progenitores se empeñaban en que continuasen con la saga médica, jurídica o profesoral de la familia o, sensu contrario, que la iniciase dado que ellos a muy poco pudieron llegar. Como hoy el tener un buen trabajo está más difícil que encontrar la lámpara de Aladino, lo de la salida deportiva -éxito, fama, viajes y mandangas- tiene muchisimos seguidores. Claro que lo del asesino francés éste ya es un caso aparte que no se cura con ocho años teóricos de talego. Yo no le hubiera echado menos de 20.
Tú le calculas cuatro años entre rejas, pero yo le calculo cuatro años viviendo a cuenta del Estado (que somos todos, y más todos somos ese Estado europeo); y viviendo a cuerpo de rey.
Ya nos dicen en la noticia que el “punto mareao” éste es militar retirado con 45 añitos el gachó. No creo que a nadie le escape que su estancia en la cárcel será cualquier cosa menos una pena.
Lástima que Francia haya cerrado el penal de Cayena. Para casos así, respetando los derechos humanos que el tipo éste no ha respetado, no estaría mal un viajecito a aquellas latitudes. Por lo menos estaría ocupado todo el día.
En Argentina hay una expresión (la cual fue utilizada para el título de un libro sobre la codicia de los padres de los pequeños deportistas) que es “la infancia hecha pelota”.
Aclaro, por si no es utilizado por el resto de los hispanoparlantes, que hecho pelota significa “destruido”; el juego de la palabras con el elemento con que se desarrollan la mayoría de los deportes queda en claro.
@ Leonardo
Pues me ha parecido que puede ser un buen libro de texto y lo he buscado en Internet; han aparecido varias referencias; a ver si lo puedo pedir por correo ordinario.
La verdad es que sí, la adolescencia hecha pelota por culpa de unos padres obsesionados por el dinero por su bienestar personal y despreocupados por la felicidad de sus hijos. Y encima piensan que lo están haciendo bien, porque claro, es de esperar que su niño y su niña quieran ser famosetes jugando a la pelota (fútbol, tenis y golf se llevan la palma en estas historias histéricas de los padres).
¿Dónde están los defensores de los derechos del niño ante la explotación de los padres?