(coloque el cursor sobre las estrellas que desee otorgarle y pinche)
Versión imprimible |
Deje su opinión |
Compartir |
Leer comentarios |
Anterior : « Las tribulaciones de un contribuyente |
Posterior : Muerte de un deporte » |
Tranquilo, amigo, tranquilo… Tú sabes que en este patio de Monipodio en que vivimos nos gusta tomarnos las cosas con exceso. Las medianías no nos van. O somos campeones o somos unos mierdecillas. No hay término medio. En uno y otro caso, carantoñas o leña al mono. En el primer caso, besándole los pies, las manos y el culo. Si la cosa va de desastre, atacándole con la estaca, la escopeta y el abridor de cartas. Así que cuando vienen bien dadas, nos tiramos un par de semanas dando botes de alegría y tomándonos la cosa con exceso. Ya tienen hasta tu pabellón en vivo, Pepu. Pero si mañana llegan los fracasos (por un ejemplo, un cuarto puesto en otro mundial u olimpiada), le freirán a cogotazos y hasta le quitarán el nombre a su polideportivo. En este cortijo o solar tener millones de equilibristas pero muy poca gente que sepa mantener siempre un juicio equilibrado. Será por eso que cuando llega un triunfo es tan difícil resistirse al peloteo y la vanidad.
La verdad es que no tenemos término medio. Pero no es menos cierto que el andar siempre saltando de extremo a extremo es incivil. No me agrada nada que esos extremismos acaben siendo una seña de identidad de los que por aquí moramos. Me gustaría más que la ecuanimidad fuera una forma de identificarnos.
Estos premios que no se sabe si son de Asturias o son de la realeza, acabarán devaluados ellos mismos. Por muy buena labor de mercadotecnia que se haya realizado, ésta no puede ser eterna. Siempre fueron una copia de los Nobel, en los que también figura la realeza sueca.
A estos premios les queda tanto como a la monarquía ;-D