Nov 03 2006
Bitácoras deportivas
Escrito por laaguja | Archivado en: Marrontecnologia | sociedad
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Pues me temo que yo voy a hacer exactamente lo que dices que hacemos los comentaristas: darte la razón…y no aportar nada nuevo.
Estoy de acuerdo contigo, incluso generalizaría y quitaría lo de “bitácoras deportivas”, porque el mal es general. Yo, del marxismo, me quedé con aquello de la tesis, la antitesis y la sintesis: creo que el pensamiento funciona mejor cuando alguien te lleva la contraria. Y es una lástima que actuemos (en general, en la vida) como si no estar de acuerdo con alguien fuera una forma de violencia. A mí, por lo menos, los que más me han ayudado a pensar han sido los que no estaban de acuerdo conmigo.
En fin: que estoy de acuerdo contigo…así que no te puedo ayudar a pensar.
Un abrazo
Bueno, Luis, en realidad hay otra parte algo más recóndita: se agradece que te dejen un comentario.
Te hace saber que al menos alguien ha tomado en consideración lo que has escrito.
Y a veces hay poco que añadir a una visión meramente personal.
En deporte existe un aforismo: “se aprende más de una derrota que de diez victorias”.
Recordando mi época de competidor debo decir que suscribo plenamente esa frase. Ha habido derrotas que he repasado una y mil veces en mi mente (si hubiera hecho esto en aquel momento, o si…). Sin embargo, de las victorias sólo recuerdo que: ¡gané!
Creo que llevado al “mundo de las ideas” el esquema funciona de forma similar.
Por cierto, tu espacio en RNE-5 y el de Nieves Concostrina son los que más me gustan (os tengo enlazados en eso que llamamos blogroll —tremenda palabra para la que he de ponerme a encontrar un equivalente que me satisfaga—). Así que yo tampoco te puedo ayudar a pensar ;-) .
Un abrazo.
Pues voy a llevaros la contraria, a Muiño y al jefe de esta bitácora tan salada. Lo de la tesis, antítesis y síntesis es un hallazgo teórico genial del tío de las barbas pero luego sus seguidores hicieron lo contrario: se cargaban al que les hacía la antítesis y ellos seguían en sus tesis. Como suele ocurrir a menudo, una cosa es predicar y otra dar trigo. También es una gran realidad que cuando nos llevan la contraria nos están ayudando a pensar mejor, a razonar con más precisión, a buscar nuevos argumentos…, pero a casi nadie le gusta tener oposición (aunque sea leal) y nueve de cada diez prefiere que los demás le alaben y le digan lo guapo y listo que es. De tanto peloteo acaban idiotas perdidos pero ya se sabe que la felicidad no es patrimonio de los listos. O sea, que miel sobre hojuelas.
La gente opina poco porque tiene poco que opinar. (Y el que opine lo contrario, que opine). La mayoría del personal sigue el método del papagayo: imita al jefe y repite lo que le oye ladrar. Y aquí el jefe son las telecacas, los políticos, las fuerzas vivas y muertas, los de la sotana y los del bisturí y la probeta. No pretendo que todo el mundo sea un descreído, pero las opiniones valen más por ser propias que por ajenas y si son de otros, deberían venir certificadas por Aenor (o sea, por el estudio, la reflexión, la lectura, el debate…). Pero esta metodología lleva mucho tiempo, con el poquito que nos deja el ritmo de vida que padecemos, así que más vale una capita de pintura que resulta la mar de aparente (tomada de la moda, la publi, el diario o el líder carismático) que perder el tiempo en hacer cosas con las que jamás vamos a poder ganarnos sobradamente la hipoteca, ni entrar en la casa de esos fulanos, un suponé.
Las cosas son como son aunque digamos con bellas palabras que nos gustaría que fueran de otra manera. ¿Y cómo salir indemnes de esta folletá? Pues aplicándonos el cuento a nosotros mismos porque de los demás no nos gustaría y encima la mayoría no sabe, no contesta. O sea, que lo de la tesis, antítesis y síntesis tenemos que hacerlo con nosotros mismos, dualizándonos como si fuéramos el tío Paco y la tía Paca. Y también nosotros mismos tendremos que llevarnos la contraria, y opinar sobre opiniones nuestras a falta de gente capaz de hincarnos el diente para mejorarnos. Y así anda el Puñetas, peleándose consigo mismo, contradiciéndose por la mañana para darse la razón por la tarde, hablando solo a pesar de estar rodeado de gente “amiga”.
Y ahora, os dejo unas terribles preguntas: ¿se entiende algo de lo que he dicho? ¿Estoy escrifiendo en clave de fa o de re? ¿Escribe el Puñetas o su anónimo creador? Amigos: siento haberos llevado la contraria.
Has dado en uno de los clavos de esa cruz que es la situación actual que vivimos en España. No sé si en Francia o en Portugal padecen el mismo calvario pues no vivo en estos países vecinos; así que como para saber qué ocurre en Mexico, Japón o Sudáfrica.
La cruz a la que me refiero es el abotargamiento de las gentes a la hora de opinar. La opinión pública, fácilmente manejable con dinero y medias, condiciona a las gentes.
Es como si todo el mundo tuviéramos dos cerebros: el personal y el colectivo; y el personal estuviera permanentemente de vacaciones.
No me puedo ya creer que sea solamente comodidad o dejadez. Veo mucho diplomado y licenciado que no tiene ideas propias. Sin embargo en los institutos me parece ver que aún hay jóvenes que funcionan como motores, que pelean por lo que creen y por lo que quieren.
¿Es la Facultad una especie de rodillo que aplana e iguala todas las mentes que caen en su red, creando criaturas dóciles al sistema?
¿O por contra es que los que tienen esa capacidad de generar impulsos no acceden (o no finalizan) a la Universidad?
Existen excepciones, pero son eso, excepciones.
Otro punto que te apuntas :-) es la desidia de las gentes a la hora de leer. De eso son fiel reflejo las bitácoras.
En las bitácoras no existen artículos sino post, que son una opinión condensada que, obviamente por razones de espacio, no es desarrollada o/y argumentada.
Alguien entra en esta bitácora, ve que hay que leer más de cuatro párrafos, y sale corriendo. Ahí están los medidores de permanencia media en esta bitácora para sacar conclusiones.
Hasta el periodismo ha comenzado a rendirse a esta especie de comunicación rápida mediante flashes, definidos por el DPD como noticia breve emitida con carácter urgente. Y se está creando toda una tipología en torno a esta forma meteórica de escribir: el suelto, la nota, etc.
Para leer hay que pensar. Para opinar hay que leer y pensar. Para escribir hay que leer, pensar y releer lo escrito.
Por todo lo dicho me parece un contrasentido el éxito de las bitácoras; contrasentido que se resuelve asumiendo que ese éxito se ha asentado sobre las bases de una comunicación ágil pero escueta, espontánea pero descomprometida, dinámica pero intrascendente.
Conclusión: amigo Juan, somos unos clásicos, aunque todavía no sé si esto es bueno o es malo :-).
Más que clásicos, tan satírico como exige mi papel, yo diría que somos una mezcla de gilipollas y carcamales, pasando por carrozones y marcianos. Como rondamos la media centena, ya tenemos el motor bastante engrasado pero en ete plan que nos marcamos (supongo que no sólo en la bitácora) somos menos apatecicbles que una chirimoya en la mesa de un comedor infantil de colegio.
Lo de la información rápida, breve, concisa y desinformativa. Un ejemplillo: el éxito de la prensa gratuita, que abunda como las medusas, se debe no a su coste cero para el lector sino porque éste se hace la ilusión de enterarse de lo que pasa por el mundo pasando la visual por sus titulares y noticias escuetas en menos tiempo de lo que tarda en llegar el autobús de las 4,30 (que llega a las 4,35). Una vez enterado, periodicucho a la papelera o directamente al suelo, que para eso pagamos nuestros impuestos, para que trabajen los barrenderos. Y quien dice prensa gratuita, dice prensa de a un euro, revistas con menos fondo que el armario del Puñetas, programas y series audiovisuales que parecen rodadas en un frenopático, telediarios dignos de Jack el Destripador… Bueno, pues esta gentuza es la que conforma la “opinión” del personal, muy ocupado en trabajar doce horas diarias (más el transporte y la comida, que como el IVA, no van incluidos) para poder tener en casa todas las comodidades del mundo, menos la más importante: tiempo y ganas para reflexionar sobre uno mismo. La “comoditis”, la mayor enfermedad de nuestras sociedades decadentes, y que origina todas las demás, las cardiovasculares, las obesidades, las circulatorias de la Nacional IV y otras más entre las que ocupan un primerísimo puesto la imbecilidad, el cretinismo, el camibo climático, la captura del atún y las elecciones catalanas, je, je. (Bueno, aquí no tanto porque ha habido casi un 50 % de abstención).
De todas formas, seamos algo más objetivos, positivos y conformistas: ¿y lo bien que el Puñetas se lo pasa poniendo a parir todo lo que le rodea, incluido él mismo? ¿Y no es mejor reirse del mundo y de sus patochadas que poner cara de no haber roto nunca un plato y hablar de alianza de civilizaciones, hay que morir en el campo, hemos aprobao una ley antidopaje de la pera y otras cosas maravillosas que nos maravillea la realidad más maravillosa de las maravillas?
Como siempre, Juan, te asiste más razón que a un santo (aunque tendré que ir pensando en cambiar esta frase hecha, que no quiero sociedad alguna con sotanas ni conventos).
Sobre la ley contra el dopaje el tiempo dirá si hemos hecho el primo, como con el asunto de la Constitución europea.
¡Seamos los primeros!, nos dijeron en una típica actitud del quijote hispano. Lo avisé en mi círculo de amistades, que sería mejor ser los últimos…
Ahora me da que esa tolerancia cero con el dopaje es más bien una actitud rancia, una tolerrancia si se me permite el juego de palabras.
Pero el “Lilyssaetzky” quería puntos y los quería rápido. Y ahora, ojalá que la mitad del presupuesto del CSD se vaya en indemnizaciones por airear pieles antes de cazar Operaciones Puerto (otra actitud típica hispana).
Y ya veremos las contradicciones que trae esta ley. Lo he avisado. Hay muchos, muchos opositores para los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado que van dopandos hasta las cejas. Y socorristas, y guardas, y…
Esos no deben ser tramposos para el lila de Lissavetzky, y los sienta a comer en la mesa del Estado.
Yo tampoco te puedo ayudar a pensar mucho en este caso pero puedo aportar mi pequeñisima experiencia en este mundo, y quizá sea un dato que refuerce un poquito más tu teoría. Llevo 40 días en esto. Desde hace 20 más o menos, estoy recibiendo algún comentario. Lo de los comentarios es una de las características y aspectos más interesantes de los blogs. Pues bien, confirmo que tengo la sensación la mayor parte de las veces que uno entra, lee o no lee el artículo, y deja porque si dos líneas diciendo eso, que está de acuerdo, que bonito blog, sin dejar ninguna posibilidad ni siquiera a la respuesta, y cuando la deja y es respondido, no sigue la conversación. Y viceversa, me pasa también cuando comento en algún blog, que parece iniciarse un interesante debate sobre cualquier argumento, entras, opinas, pero después la conversación se abandona.
Yo entono también el mea culpa, en el sentido de que seguramente mis posts no siempre, o casi nunca, son interesantes probablemente, pero que lo digan.
No me extiendo más, gracias por la atención.
Bueno, rick, a fuer de ser sincero te diré también que hay algo más.
El entrar a comentar en una bitácora de esas que tienen muchas visitas facilita el dar a conocer tu bitácora. Alguien comenta, deja la dirección de su bitácora, y su comentario funciona como una banderita que los internautas pueden localizar.
En las bitácoras deportivas se produce otro fenómeno añadido a esto que comento, y es que, como bien dices, hay bastantes usuarios que entran y sólo dejan la dirección de su bitácora con un mensaje como el que has descrito: “bonito blog, visita el mío” o el peor aún: “te he enlazado, enlázame tú”.
Entiendo que si piden que les entren para que les dejen el mismo mensaje, sólo se están interesando por sus ránquines bitacoreros. Además, algunos programas creadores de ránquines interpretan ese enlace en los comentarios como un enlace hecho desde esa bitácora populosa, por lo que es una forma de elevar la bitácora propia en el ranquin final.
También pienso que si el comentarista no es capaz de decir nada más es muy posible que su bitácora sea de esas que no dicen nada nuevo.
Hay una contra-teoría al hecho de comentar en las bitácoras más visitadas, y es que un comentario (quizá coherente y consistente) puede pasar desapercibido entre 30 ó 40 comentarios más. Pero, repito, son sólo mis teorías.
Uno escribe (casi siempre) con la ilusión de que le lean. Un comentario recibido funciona a modo de feedback (una respuesta confirmadora), lo cual se agradece.
Pero, insisto, esta herramienta que son las bitácoras pueden dar mucho más de sí a la hora de realizar una función más social, que no mediática.
El mundo de las bitácoras está creciendo, y por lo tanto está aún configurándose.
Las bitácoras como ésta y como la de Puñetas no son lo habitual en el acervo bitacoril. Y en el mundillo de las bitácoras deportivas son la excepción.
Me estoy refiriendo a bitácoras que expresen mediante un artículo de opinión la idea que el autor quiere compartir sobre el tema elegido.
Tanto la Aguja como Puñetas mantienen su sitio con dos artículos semanales, lo cual a buen seguro supone un desgaste. Me atrevo a decir que los usuarios de bitácoras deportivas quieren leer algo que no les suponga un compromiso: “El Fulanito Club ganó; los del Menganito Club fueron mejores; los errores fueron éste y éste otro; de seguir así no hay futuro”.
Es decir: una pequeña información que, o bien es conocida por todos o bien es intrascendente; un par de apreciaciones personales, la segunda revestida de un pseudo-argumento técnico; y una proyección de futuro sin fundamentar.
Incluso las bitácoras de los supuestamente renombrados periodistas deportivos obedecen a este esquema.
Me temo que con estos mimbres poca conversación posterior puede haber. En contra de todo ese boom mediático que se ha vendido sobre las bitácoras, y en contra de toda la publicidad sobre la supuesta sociabilización que permiten las bitácoras, cada día más me parecen un microcosmos cerrado sin conexión con su entorno. Cuatro enlaces en el blogroll no es lo que yo llamaría una conexión social.
Pues comparto también tu visión. Cuatro enlaces no son una red. Ni siquiera cuatro mil enlaces son una red. Es como el que tiene en su casa mil libros y no los ha leído.
Esta rauda forma de escribir podría ser reflejo de la sociedad en la que nos movemos.
No hay tiempo para buscar y seleccionar una noticia o información, sentarse a escribir con una opinión discordante o sobre una nueva vía de razonamiento, darle forma, repasarla…
Demasiado tiempo para plasmar en 600 ó 700 palabras una idea.
El caso es que hay gente que escribe libros y gente que los lee. Pero me gustaría saber qué porcentaje de esos libros son novelas de evasión. Cultura, ideas, conocimiento…
Parece ser que hasta el Dan Brown le ha puesto unas escaleras inexistentes a la Giralda en su novela “La fortaleza digital”. Y ahora que me hablen del boom de la novela histórica…
En fin, que mucha popularización de la Internet y mucho duplicarse el número de bitácoras, pero la comunicación y el intercambio de ideas no son proporcionales al crecimiento observado.