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Yo quiero vivir del deporte. Es una buena frase para escribir en las paredes, en los libros y tal vez en un titular de un periódico. Cuando era pequeña no recuerdo que dijera que quería ser monitora, entrenadora o dedicar mi vida al deporte. Sin embargo ahora lo hago. Cuando cubro mis datos en profesión escribo administrativa por que es lo que se supone que soy, es por lo que me pagan y gracias a lo cual pago mi hipoteca. Sin embargo yo me siento deportista y entrenadora. Esta es la carrera más larga de mi vida y puedo asegurar que llevo muchos kilómetros en las piernas, tal vez algún día logre ese contrato en cuyo encabezamiento pongo lo que realmente soy o lo que siento que soy, mientras seguiré formándome, escuchando y siguiendo el deporte.
Espero que consigas tus sueños.
Pero por si acaso no se realizan, ten siempre una salida a mano. Lo de administrativa está muy bien. Y mejor pagado que ser monitora.
Ser monitora no es una profesión, es un hobby.
Salvo que te dediques a entrenar equipos o clubes punteros en deportes mediáticos, vivir del deporte hasta la edad de la jubilación es sólo un ideal.
Ahora, si te conformas con poco, si aceptas llegar a fin de mes con lo justo, si te mentalizas de que trabajarás diez meses al año y los otros dos no los cobrarás porque no se trabajan, entonces es posible que puedas vivir del deporte siendo monitora.
En contrapartida están los entrenadores de éxito (económico y mediático). Pero como bien sabes, esos dependen de los resultados, y hoy están y mañana nadie se acuerda de ellos.
(Están también los diplomados y licenciados que imparten clases en un colegio o instituto. Pero me da que no es de eso de lo que tú me hablas, puesto que eso no es deporte, sino educación física).
Supongo que pueda existir un término medio, pero yo no lo conozco. ¡Suerte!
¡La famosa y nunca bien ponderada “dedocracia”!
La dedocracia, sí (jaja).
Pero como ves, aquí es útil. De lo contrario te pueden colar un paquete.
Los hay que son capaces de aprobar con nota un examen porque se han empollado todo el temario de pe a pa, pero que son incapaces de poner en práctica un campeonato de canicas si no les das un manual.
Y los hay que tras iniciarse con mucha fuerza, después de una serie de desilusiones se apalancan en el puesto y no dan más de sí.
Para evitar estos fraudes al contribuyente no queda otro camino que la dedocracia para ocupar estos puestos de gestión.
No sólo es cuestión de efectividad, sino también de ciclos. Un individuo muy capaz puede trabarse una vez que llega a un nuevo umbral. Cierto que se ha llegado a esa nueva situación gracias a su trabajo, pero es posible que una vez allí no dé más de sí.
¿Te recuerda algo el entrenador que asciende un equipo dos o tres temporadas consecutivas y que después esa nueva división le viene grande y no es capaz siquiera de mantener el equipo?
Todos tenemos un nivel de incompetencia, traspasado el cual valemos menos que un palillo de dientes en la boca de un cocodrilo. Gente hay que valdría para conserje de un ministerio y ahí los tienes, de ministro de alguna cosa. O profesores que en las clases particulares se defienden estupendamente, pero los pones con 30 tíos de la ESO y tienen menos valía que un una lechuga en el plato de otro cocodrilo. Lo ideal de cada cual sería alcanzar el nivel competencial más alto sin traspasar el nivel de incompetencia, pero a menudo la línea de separación es muy pequeña.
Dicho lo cual, la vida, que es muy dura y muy putilla, a menudo deja a mucho personal muy debajo de su nivel competencial y en algunas ocasiones los coloca por encima de sus posibilidades. No creo que la dedocracia sirva para algo más que para seleccionar arbitrariamente, porque levantas una piedra y debajo hay cien mil tíos y tías que valdrían para hacer lo mismo, de modo que lo cómodo es escoger al conocido de un conocido, o al que tiene el mejor curriculum o a la que tiene mejores piernas. Pienso que hay que dar igualdad de oportunidades a toda la gente que aspira a un puesto, siempre que reuna los requisitos establecidos. También se pueden endurecer éstos para disminuir el número de pretendientes. Pero el principio de igualdad y mérito me parece más razonable que sólo el dedocrático. Las oposiciones van en la primera línea de manera casi exclusiva y por eso a menudo fallan. Pero lo peor no creo que esté en la entrada sino en la permanencia. ¿Qué hacemos con el que nos salió rana? ¿Y el que se anquilosó, ya dio de sí todo lo que tenía y ahora es una marmotilla?
Tampoco podemos caer en la tentación de considerar a las personas como si fuera kleenex, de usar y tirar. Hay quien da muchos años de su vida, de su ocio y de su salud por una empresa y luego, a la más mínima, pongamos cuando entra en la madurez, es echado a la calle porque dicen que “ya no vale”. Tampoco es lógico que quien entra en un sitio por primera vez se crea en la obligación desde el primer día de ser valorado como si lo suyo fuese una genialidad. De modo que yo me decanto por un sistema que conjugue un acceso abierto a mucha gente, evitando el dedo, y un control que permita garantizar un rendimiento óptimo del monitor o lo que sea sin que por ello éste sea echado a la rue en cuanto salga alguien más valioso o conocido.
Claro que, para terminar, todo es muy fácil de decir visto desde fuera y tú, tengo la sensación, que lo estás viendo desde dentro.
Jajaja, tu última frase es capciosa, (en la segunda acepción de la palabra); pero vayamos al principio.
Lo que defines en los primeros párrafos (seguro que ya lo sabes) no es ni más ni menos que lo que se expone en “El principio de Peter“, de Laurence J. Peter. Excelente libro para entender el mundo laboral que nos rodea.
Sobre lo de no usar a las personas como pañuelitos desechables… estoy totalmente de acuerdo. Pero este sistema está diseñado para puestos de dirección y gestión. Dice la ley que los así contratados deben haber demostrado su valía previamente (creo recordar que habla de cinco años de experiencia mínima).
Es decir, quien llegue a un puesto de dirección merced al dedo índice del alcalde:
1º) deja un puesto de trabajo al que se puede reincorporar, luego no se quedará en la calle cuando cese en su nuevo puesto laboral
2º) quien acepte esta forma de contratación, si no tiene donde caerse muerto, ya sabe de antemano a lo que se enfrenta, luego no es engañado
Estoy convencido de que en cuanto una pésima gestión empiece a costarle votos al alcalde (recuerda que aquí hablo exclusivamente de gestión del deporte municipal) no valdrán excusas ni amigos intermediarios.
Además se consigue un efecto colateral (que está muy de moda decir esta palabreja). Cuando las urnas cambien al alcalde es posible que llegue un nuevo gerente deportivo, y con él un aire nuevo y renovado al servicio deportivo municipal.
Y si el tipo lo estaba haciendo muy muy bien, ¿por qué habría el alcalde nuevo de retirarle la confianza que el anterior le otorgó?
Déjame que insista en que este sistema, para determinados puestos de dirección y gestión en las Administraciones públicas, es providencial. Y para las empresas privadas… ¿conoces algún otro sistema que no sea el del dedo índice o pulgar del dueño? Jajaja.
Me temo que aquí no vamos a ponernos de acuerdo, y no por ganas… En las empresas privadas se supone (que es mucho suponer, porque pocas son las que no chupan algo del erario público) que el dinero se lo juegan unos particulares así que, con la debida protección legal hacia los contratados y trabajadores para evitar abusos, cabe pensar que escogerán a gente adecuada por la cuenta que les trae.
En la cosa pública el asunto cambia, porque el dinero no es del alcalde sino de los ciudadanos, así que creo que está muy feo eso de nombrar digitalmente a quien crea oportuno con el dinero ajeno. Pese a ello, reconozco que la cosa no tendría que ser peor que en la empresa privada, siempre que se seleccionase a alguien que realmente vale. El problema está en que la política anda por medio, y no sólo el negocio. Y no me creo que seas tan ingenuo de pensar que el alcalde de marras va a contratar al mejor tío del barrio para dirigir el chiringuito deportivo del pueblo basándose sólo en que sabe mucho, es decente y lo va a hacer estupendamente. Lamentablemente no creo que tengamos en este país (aunque hay excepciones) una cultura de ejercicio del poder que anteponga la racionalidad al compadreo. Y estoy harto de ver que quienes tienen alguna cuota de poder prefieren estar rodeados de ineptos pero fieles que a gente lista que les pueda poner en evidencia.
Concluyendo, en espera de ir mutuamente sacando argumentos para ir hacia una coincidencia de opinión: tu idea es perfecta si el alcalde actuase según unos criterios estrictamente empresariales, de negocio y servicio público. Mi desconfianza ante esto es que ello ocurre muy pocas veces, con lo que al final nos encontramos con lo habitual: nepotismo y falta de eficacia a partes iguales. Y es una pena porque creo que las empresas y la administración pública están perfectamente capacitadas para llevar adelante iniciativas que nos conciernen a todos. El problema es que en vez de preocuparse de ello, actuando con el rigor y seriedad que una empresa privada suele tener (le va en ello la supervivencia o el fracaso), lo hacen con una frecuente falta de escrúpulos.
Cuando decía “que todo es muy fácil de decir visto desde fuera” y que tengo la sensación de que tú lo ves desde dentro, quería referirme a que (confirmamelo porque lo mío es sólo una sospecha) mientras que yo veo este tema exclusivamente como espectador, pues nunca he trabajado en el mundo del deporte o algo relacionado con éste, tú tienes o has tenido una relación más profunda con el mismo. Y eso da unos conocimientos más válidos que los míos. O sea, que más que tener algo de razón, me gustaría tenerla.
Es cierto que me he visto metido en estas procelosas aguas.
Esta vez mi análisis es meramente ideológico, o idealista. Quiero decir, que no es pragmático.
Tú haces un análisis de la situación que nos toca vivir. Y he de decir que es un análisis perfectamente válido.
Los alcaldes (el artículo habla únicamente de la vía municipal) tienen la capacidad de nombrar consejeros y pagarles con el dinero público. Otra cosa es el uso que hacen de esa capacidad que les confiere la ley.
Si observas, las leyes enlazadas no hablan de deporte, ni de ninguna materia en especial.
Desde un punto de vista totalmente aséptico es positivo que esto pueda hacerse. Si en el grupo municipal del partido en el poder hace falta un asesor en una materia dada (o materias), lo lógico es que alguien de reconocido prestigio y de total confianza asesore al alcalde. Y ese alguien ha de cobrar por su trabajo.
Establecer una oposición, con igualdad de méritos, supone crear un nuevo puesto de trabajo en la plantilla de personal. Esto hay que hacerlo con la aprobación de presupuestos a primeros de año. Lo que implica un plazo de tiempo largo e impide solucionar un problema de forma efectiva.
Con el nombramiento de funcionarios eventuales un alcalde puede también nombrar un asesor para un asunto puntual, y al cabo de tres meses dar por finalizada su labor de asesoramiento.
Es una solución que el legislador ha dejado ahí pensando en la eficacia (efectividad más bien) de nuestros ayuntamientos. La contratación de personal eventual dependerá por supuesto del presupuesto municipal, el cual está condicionado por el número de habitantes.
Con esto ya puedes ver que no todos los ayuntamientos dispondrán de medios económicos para este tipo de contratos.
El deporte, por sus características especiales —su constante evolución y crecimiento, o el dinamismo de sus estructuras por poner sendos ejemplos— es una materia con capacidad de desbordar la estructura de un ayuntamiento pequeño e incluso mediano.
Se precisa una constante adaptación a las nuevas realidades que cada cierto tiempo se consolidan tanto en la práctica como en la competición deportiva en el ámbito municipal.
La contratación de personal indefinido en los puestos de dirección y gestión del deporte municipal llevará a los males ya enunciados en el artículo. Y a las pruebas me remito. Entre otras, la falta de aire fresco y de nuevas ideas en la dirección del servicio deportivo municipal.
Por contra, tú te basas también en pruebas. El sobrino de un concejal o un recomendado dócil acabarán ocupando un puesto de funcionario eventual. Bueno, por lo menos sabes que a los cuatro años le puedes cambiar desde las urnas.
Con una oposición más o menos amañada no puedes cambiar a los trabajadores municipales ineficientes con tu voto.
¿Que cómo se puede apañar una oposición? Fácil. Primero se establece un concurso-oposición, y en la fase de concurso se puntúa, o se puntúa más, lo que convenga al enchufado.
Se necesita que el enchufado no sea un cepo. Es decir, un tipo hábil con los temarios. Ese licenciado que tú decías una vez que necesitaba el manual para cambiarte una pieza del calentador.
Después se trata de encontrar la pregunta que hará la diferencia. Una pregunta olvidada, o con cierta relación más bien escasa con el temario. El licenciado objetivo se la sabe y se la lleva bien preparada. Como nadie la espera, ahí se gana el punto que le mantendrá en cabeza durante el resto de la oposición.
Y por si hace falta al final un empujoncito, pues se dispone una entrevista personal para otorgar una puntuación totalmente arbitraria. En ella se elimina a los que suponen un peligro para el enchufado con preguntas capciosas y comprometidas.
Lo dicho, el chaval necesitará un libro para organizar una partida de canicas. Pero tendrán dentro y en un puesto de dirección a un secuaz incluso después de que su partido haya perdido unas elecciones.
Ahora elige qué sistema prefieres para nombrar un director del patronato deportivo municipal o un coordinador deportivo. Nombramiento a dedo y lo puedes cambiar con tu voto, o nombramiento mediante concurso-oposición y lo mantienes durante más de treinta años ;-).
Bueno, ahora sí que hemos llegado a la plena coincidencia. Mi discursillo (”el problema está en que la política anda por medio, y no sólo el negocio. Y no me creo que seas tan ingenuo de pensar que el alcalde de marras va a contratar al mejor tío del barrio para dirigir el chiringuito deportivo del pueblo basándose sólo en que sabe mucho, es decente y lo va a hacer estupendamente”) adolecía de un olvido imperdonable: si la política está por medio, también procurará evitar el escalón “teóricamente objetivo y neutral” de una oposición o un concurso de méritos, llevándolo a su terreno. O sea, que tu análisis sobre como se preparan ad hoc para el candidato o candidatos previamente seleccionados, no solo lo suscribo, lo certifico, le doy entrada de salida y el VºBº sino que, si hace falta, le pongo una póliza de los antiguos veinte duros.
¿Pero cómo se me ha podido olvidar que hoy día las oposiciones y concursillos de méritos se hacen para colocar a los candidatos preseleccionados? Mea culpa, amigo. Veo que conoces el paño. Así que puestos en esta tesituria (aún prefieriendo un sistema objetivo, público y tal -como el que he defendido- pero casi imposible de llevarse a cabo por la estulticia y falta de principios democráticos y honradez de muchos de nuestros queridos dirigentes), prefiero también que se escoja a dedo a un asesor o dirigente por el alcaldito de turno (aunque sea del partido o de la rama de la familia) antes que se mete al mismo tío por la puerta falsa y tenerlo que aguantar hasta que se jubile. Así, tienes toda la razón, será posible que lo echen cuando se vayan a freir monas quienes lo nombraron a dedo.
Entre dos males, siempre prefieré el menor. Aunque lo triste es que la única alternativa posible sea escoger entre uno u otro.
PD: Espero que si ha habido algún lector interesado en el debatillo que hemos mantenido sobre el particular, se haya dado cuenta de cómo dos opiniones inicialmente diferentes pueden llegar a confluir con el diálogo, el razonamiento y el principio elemental de que las ideas jamás pueden ser férreas o inmutables. (Ya bastante dogmático hay por esos mundos del carajo). Ya te lo insinuaba en la última frase de mi comentario anterior, aunque una palabra desaparecida le haya podido cambiar el significado. Aquí te la dejo correctamente: “Más que tener algo de razón, me gustaría NO tenerla”.
He seguido vuestra conversación y he aguardado a que finalizara. Y a mí aún me queda una duda.
¿Qué me dices de la precariedad laboral que tendrá la persona contratada? Me parece que precisamente un ayuntamiento debería dar ejemplo.
Es que partes de un principio equivocado. El funcionario eventual no tiene un contrato laboral, sino un contrato administrativo.
Podría decirte que pensaras qué es lo mejor para el administrado, que es al fin y al cabo quien paga ese sueldo (sea a través de oposición o de designación directa).
Pero te le voy a dar la vuelta al razonamiento.
Si a ti te ofrecen ser coordinador deportivo en un ayuntamiento bajo la fórmula de designación directa ya sabes qué es lo que te están ofreciendo. No te están ofreciendo un puesto de trabajo, sino la posibilidad de colaborar en la dirección y gestión del deporte local.
Puedes aceptarlo o no aceptarlo. No estás obligado. Si aceptas, éstas son las condiciones. Si no aceptas, eres muy libre de no hacerlo.
Pero si aceptaras y te creyeras en posesión de un puesto de trabajo te estarías engañando a ti mismo.
Por eso mismo no se puede hablar de “precariedad en el empleo”, porque no es un puesto de trabajo.
Es un puesto de consejero, si lo quieres llamar así. Si puedes pedir una excedencia en tu puesto de trabajo mientras te dedicas a aconsejar al alcalde, pues muy bien.
Si puedes compaginar ese puesto de consejero con tu actual empleo, pues enhorabuena. Ganarás dos sueldos y ya te explicarás con Hacienda.
Que es muy digno y muy sano ganar dos sueldos (otra cosa será el tiempo libre del que dispondrás: familia, amigos, aficiones…).
Pero no se puede hablar de empleo porque no es un puesto de trabajo.
Te pagan por tu trabajo y dedicación, sí; pero como pueden pagar a una asesoría que lleve las nóminas del personal del ayuntamiento. No se establece una relación laboral, sino una relación administrativa.