Jan 05 2007
El cambio climático y el fútbol
Escrito por laaguja | Archivado en: Magentareflexiones | deporte de elite
¿ ME PUNTÚA ESTE TEXTO ?
(coloque el cursor sobre las estrellas que desee otorgarle y pinche)
3 puntos de media en 2 votos
= deficiente
| = insuficiente
| = bien
| = notable
| = sobresaliente
http://www.elespectador.eu/viejoblog/2007/01/climatologia-y-futbol/trackback/
Este artículo se publicó
el 05.01.2007 (Friday) a las 23:55:05 y está archivado en
Magenta.
Puedes seguir cualquier comentario a este artículo por el
RSS 2.0 feed.
No hay posibilidad de comentar ni hacer ping a este artículo.
Los reyes majos no existen.
Yo tampoco conozco ninguno, pero, ¿qué me dices del fútbol del norte, ahora Goma-2 seca? (la frase sería pólvora mojada, pero dado que nos afecta la sequía he cambiado el explosivo :-P).
Bonito argumento un tanto desquiciado. Pero ya apuntas que es de los que se justifica a sí mismo. Eso es, que no hay manera de desmentirlo. Puede ser…
Ahora, de ser cierto, tendríais que pedirle cuentas a los actores del cambio climático, aunque me temo que os dirán que eso son “efectos colaterales”. Les preocupará tanto como la inminente desaparición de Tuvalu y los refugiados medioambientales que se están generando.
Personalmente siempre me ha gustado ese fútbol que describes, un fútbol de conjunto, y no de individualidades. Quiero decir, que el equipo trabaja al unísono y sincronizadamente y no para el remate de uno de sus miembros. No en vano es un juego de equipo.
Sí, la verdad es que a uno le gusta enredar de vez en cuando. Mira tú por dónde el cambio climático puede dar al traste con cosas tan serias como la forma de jugar al fútbol de toda una región.
En fin, que veo que nadie se anima a desmentir la teoría (ya la he subido de rango) con argumentos, jaja.
Lo que os tiene en ese estado no es la sequía climatológica, sino la sequía goleadora. Pero veo que estáis espabilando. ¡A ver si empieza a llover!
¡Falta hace que llueva! Y que llueva fuerte en San Mamés. Al final, con la persistencia de la sequía, nuestros mutilak se habituarán a jugar en terreno seco, jaja.
Muy buenas! Ya estamos de vuelta del paréntesis navideño para reponer fuerzas y veo que en la Aguja no se ha puesto el sol ni siquiera para celebrar la llegada de los reyes majos que, existir no existirán, pero a mí siempre me dejan todos los años un pijama y seis pañuelos. ¿El Norte, tan trabajador y el Sur, tan ocioso? Bueno, dónde va a estar uno mejor que en casa, rodeado de verde, con una mesa llena de amigos al calor de la chimenea leñera… ¡Así cualquiera!
Yo sí doy crédito a tu teoría del futbolín y el cambio climático. Tiene una lógica aplastante y, francamente, es más creíble que muchas banalidades de las que tanto se habla por los cenáculos políticos, económicos o judiciales. Así que siento no poder ir contra ella. Lo que me extraña es que todavía no se haya asumido por aquellos pagos, tomando las oportunas medidas correctoras. Por ejemplo, regar el campo antes de los partidos (y de que llegue el árbitro) hasta dejarlo impracticable. Al fin y al cabo, algo parecido suele hacerse en otros deportes, como el tenis. El equipo de casa construye la pista que mejor va a las características de los locales y peor a los visitantes. Sólo así se comprende cómo España ha podido ganar dos veces la Copa Davis.
Espero haber contribuido al futuro renacer de los equipos norteños, tan de capa caída últimamente por la cosa de la escasez de lluvia y el cambio climático. De seguir así las cosas, en un futuro no muy lejano los grandes esquiadores del mundo vivirán en Almería y por Teruel andarán los mejores navegantes de vela.
Saludos, Juan. Como siempre, es un placer tenerte de nuevo por aquí.
Licores aparte, la teoría se sostiene a sí sola. Creo que de tan tonta es irrebatible. ¿Quién en su sano juicio contradirá que ya no se juega en los campos de antaño?
En fin, que estas fechas, al menos hogareñas en el norte norteño, nos dieron algún efímero material para la Aguja.
Y así transcurren algunas conversaciones a la luz de la lumbre: risas, juegos, chanzas, y conversaciones descabelladas que acaban siendo desternillantes a fuerza de que cada contertulio sume un pegote más a la teoría original, como si de un brainstorming para besugos se tratara.