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Ja ja ja ! Me da la risa de lo locos que se estan poniendo algunos con el tema del himno en estas dos últimas semanas.
La verdad es que si le pusieran letra creo que la gente no le haría más caso del que le hacen ahora, ya que tardarían años en acostumbrarse a el. Referente a lo que decías que recuerda al regimen anterior, en este tema creo que los nostalgicos del abuelo Patxi se sentirían un poco decepcionad@s y los que no son seguidores pues lo acogeran bien, me imagino.
De todas maneras cambiarle la letra no es lo de menos lo peor sera cambiarle la melodia ya que cambiara bastante actual.
En definitiva creo que habra que hablar aún mucho sobre este tema y generara más de alguna disputa pero bueno todo es pasajero en esta vida.
Sobre lo del cambio total de himno, yo estoy más en la línea de Juan Puñetas (lee más abajo). Aunque previamente matizo que prefiero que lo dejen. Ahora, de tocarlo, me alineo con el Puñetas.
Y sobre lo de la aceptación de la gente ya apostillo (y apuntillo) al final del artículo que todo aquello a lo que se obliga acaba haciéndose impopular.
No tenía yo una idea definida al respecto y no me parece nada descabellada tu tesis. Si la propiedad del himno es del Estado, entonces es de todos los españoles, por lo que cabría pedir opinión al pueblo sobre las modificaciones al himno.
Sí que es de extrañar la energía con la que se ha aplicado a la tarea el presidente del COE sin que nadie le haya hecho ninguna seña.
Decías el martes que hay problemas en la mente de los españoles que tienen más importancia que esto de la letra del himno. La verdad es que en el enlace que proporcionas al barómetro del CIS no se encuesta a la gente sobre este asunto.
Me gustaría que en este mes lo preguntaran. Dada la seriedad de las encuestas del CIS estoy seguro que quedaría perfectamente reflejada la importancia real del asunto.
Que cuatro advenedizos le den importancia, primero, no significa que la tenga y, segundo, no significa que el resto de la población se la dé.
Si me apuran, de esto del himno sacan un reality show o una película. ¡Qué gana de perder el tiempo dedicándole energías a lo estéril!
No estaría mal que los chavales del CIS metieran entre sus preguntas esta historia de la letra del himno. A ver dónde sitúan los españoles la insulsez esta del himno en comparación con el paro, el terrorismo o la vivienda, que parece que están en los primeros puestos de ese barómetro.
Hola,
esta vez no acabo de cogerle el punto al título del post. ¿Puedes abrirme una luz?
Pues sí es verdad que el título viene cogido por los pelos. Pretendía hacer referencia a quienes han dicho que quieren una letra para imitar a los países que nos ganan en la arena deportiva. Aunque le pongamos letra al himno y los chicos la canten muy arrejuntaditos, eso no va a cambiar ningún resultado. Hay quien ha dicho que cantar el himno sirve para irse mentalizando para ganar el partido. ¡Qué chorrada más grande!
Aunque la mona pueda cantar el himno porque tenga letra, mona se va a quedar al final de los encuentros deportivos.
A ver, pongamos la puntilla a esto del himno, que nunca una cosa de tan poca monta hizo (y hará) tanto ruido… Al himno se le hace poco caso, no creo que porque lo utilizase el general de la voz de pito, porque el himno tiene sus siglos. Yo creo que no gusta porque es una birria. Su melodía es horrorosa y cada vez que lo oigo me entra la risa. Nunca cuatro notas mal puestas hicieron tanto el ridículo. Quizás si tuviera letra, el bocado sería más pasable, pero acostumbrados a no tenerla, el remedio creo que sería peor que la enfermedad.
Yo, meándome en la santa tradición, lo tiraría a la basura y no pondría ninguno, pero como al personal le encantan estas cosas tan tiernas y patrióticas, buscaría algo que ya se ha hecho: Albeniz, Turina, Granados… Claro que como no somos un país melómano, sería un fracaso. Por eso me decantaba en el Arco por una cancioncilla con letra que ni fu ni fa. Lo del “La, la, la” o el “Achilipú” era cachondeo, pero hay por ahí canciones clásicas que podrían pasar potablemente por un himno. ¿Qué tal “Suspiros de España”, pero en versión rapera? ¿O la archifamosa “Un globo, dos globos, tres globos”. ¿Y el “corre, corre, caballito”? ¿Y qué tal, “Saca el guiqui, cheli, que me voy a emborrachá? ¿Y esa otra que habla del conejo de la Loles? (Al menos nos echaríamos unas risas al cantarlo).
En fin, ya que se han puesto a mejorar el himno, que lo hagan con lo que sea. Todo antes que dejarlo como está. O que volver al himno de Riego, que a muchos les traerá melancólicos recuerdos, pero que es también otra soberana birria.
Por cierto, que ya puestos, habría que cambiar las letras (yo los tiraría también a la basura, pero en fin…) de esos himnos catalán, vasco, gallego, andaluz…, que se han quedado absolutamente demodé. Hablar de soldaditos, segadores o jornaleros que piden pan y libertad me suena en estos momentos a pitorreo. Claro que himnos mucho más hermosos musicalmente hablando, como el francés, inglés, ruso, etc, también tienen narices en sus letras decimonónicas, que invitan más al odio y la revancha que a otra cosa más hermosa.
Lo dicho, amigo. O los reciclan a todos o directamente al estercolero. Quizás un referendum nos sacara de dudas, aunque gastarse el dinero en esta chorrada me parece que sería una pasada…
En la línea de lo que propones se inscribe el himno de la Unión Europea. Pero mira, un himno tan poco controvertido y esta página oficial que te enlazo la encabezan “El himno europeo”, cuando no es más que el himno de la UE.
Parece indefectible que la controversia vaya asociada a un himno.
Es cierto que un himno identifica. Hasta los clubes deportivos y los equipos profesionales tienen himnos propios. Pero lo que une también separa (un himno une a unos pocos para separarlos de otros pocos).
Apuntas el origen militar de los himnos nacionales. Los hay de lo más bizarro, con un corte tan marcadamente marcial que hasta son gratos de oír, verbigracia el himno mexicano, aunque como bien sentencias, contienen matices que hoy en día deberían ser obsolescentes.
Estoy de acuerdo contigo en que las nuevas tendencias deberían dar a los himnos un significado y un significante exentos de ese belicismo que se me antoja datado en una lejana época napoleónica en la que el mundo no sabía ser de otra manera.
Estoy convencido de que en la obra de Albéniz, y más concretamente en la suite Iberia, hay ritmos de calidad como para ser adoptados como himno nacional (sin letra, claro).
Y hablando de los himnos regionales. En el País Vasco el himno no es el “Eusko gudariak” (algo así como “Los soldados vascos”), como piensan algunos. Te dejo como curiosidad en este enlace a la Wikipedia el himno vasco (encontrarás el formato audio en el último enlace).
Y mira los amigos asturianos. También adoptaron como himno una canción popular. Y toda España se la sabe y la canta…
Yo, particularmente, prefiero que el himno español no lo modifiquen. Y no porque me guste especialmente el chunda-chunda, sino porque me temo que será peor el remedio que la enfermedad (volveremos a oír insultos y descalificaciones en el Congreso).
Pero si lo cambian, ¡carajo!, que nos consulten, que me niego a que me utilicen una vez cada cuatro años. Que yo quiero meter papeletas en las urnas más a menudo.
Y no es que lo mío sea una manía inconfesable, que ya he dicho en otra ocasión que parece ser que en Suiza las leyes que aprueba el parlamento (o como lo llamen allí) han de ser sancionadas con el voto mayoritario del pueblo. Eso sí es democracia y no estos oxímoros sucedáneos que padecemos por aquí.
Y lo de que la iniciativa la estén llevando adelante unos particulares me parece de lo más cutre y bananero.
Acabo de entrar a leer el himno vasco (yo también creía que era el famoso Eusko Gudariak). Pues qué quieres que te diga, y que no se me molesten los lectores vascos. Esas referencias al buen dios, la cruz santa y el famoso arbolito, si miro el calendario y veo que estamos en el siglo XXI, pues como que no… Pero ya he dicho más arriba que así son algunos de los que conozco, incluido el que hay por las tierras andaluzas, donde sobrevivo. (Me gusta emplear más este palabro que el de “vivir”. Imaginarás porqué, cuando uno suele ir de exigua minoría). En todo caso, no seré yo quien imponga mi escaso o nulo amor por las banderías, los himnos y los escuditos. Más bien es a mí (y a unos cuantos descerebrados como el muá) a quienes se nos imponen estos inventos del pasado, sin derecho a la objeción. Imagínate el día de Andalucía, en un amplio colectivo, cuando todo quisque se pone a oír y tararear el himno porque la Junta así lo tiene dispuesto para según qué profesiones y actividades. Y tú, sin posibilidad de escapatoria. ¿Qué haces? ¿Te vas al servicio, faltas ese día al trabajo, afirmas que tienes faringitis o haces play back? Hagas lo que hagas, uno queda como el zarrapatroso que no ama “su” tierra ni la respeta. Y eso en Andalucía, no te digo ya como será en otros terruños más apegados al terruño, donde hasta los calzoncillos y bragas los llevan con los colores de la bandera y donde la sacan a pasear con el más nimio pretexto. En fin, somos una especie gregaria. Las hormigas también lo son, pero yo todavía no he visto a ninguna con una bandera al frente de la fila india.
Sobreviviendo… que no es poco.
No me lo puedo creer. ¿Y dices que es O-BLI-GA-TO-RIO? Cuenta, cuenta…
Basta que algo sea obligatorio, para que me entren unas ganas irresistibles de no hacerlo.
Al final va a ser que soy ácrata (y yo con estos pelos).
Si algún día hacen que el sexo sea obligatorio, seguro que me hago monje con fervorosos votos de castidad.
Veo en la Wikipedia información sobre el himno de Andalucía. ¡Joder!, aquí se valida ese refrán asturiano: “en todas las casas cuecen fabas, y en la mía a calderadas“. Vaya polémica con la letra del himno.
Un himno, además de unir, también separa.
He leído un comentario tuyo en “Malaprensa” relativo a la palabra “élite”/”elite” y me permito hacerte llegar una anotación al respecto, aunque bien podría ser que lo que te voy a contar lo conozcas ya.
Como todo el mundo sabe, la “tilde” es utilizada en español para indicar el lugar en el que va el acento de intensidad de una palabra. La ortografía francesa, por el contrario, utiliza un complicadísimo sistema de tildes que normalmente no tienen nada que ver con la posición del acento de intensidad (porque este acento, en francés, va absolutamente siempre en la última sílaba de la palabra). Así, la palabra francesa “élite”, pese a llevar una tilde en la primera sílaba, se pronuncia acentuándola en la última, algo así como “elít” (en francés la “e” final no se pronuncia).
Cuando esta palabra francesa pasó al español, alguna gente pensó que su tilde inicial servía para indicar el lugar del acento, como si fuese una palabra española esdrújula. Tal pronunciación, como es lógico, era motivo de burla por parte de quienes sí sabían francés. Como esta palabra se fue haciendo más y más popular, la Real Academia intentó españolizar su ortografía, y se decidió recogerla como “elite” (sin ninguna tilde) en el Diccionario.
Con esta grafía, los académicos pensaban que se obtendría en español una pronunciación que, por una parte, sería lo suficientemente próxima al idioma de origen (con acento de intensidad sobre la sílaba “li”, como en francés) y, por otra parte, no se saldría de la fonética propia del español (pues en español no existen sílabas acabadas en “t”, como en francés, y de ahí que sea necesario pronunciar la “e” final, por lo demás, muchos franceses también pronuncian una pequeña “e” al final de esta palabra).
El resultado, sin embargo, no fue el esperado. La pronunciación esdrújula (leyendo a la española “élite”) se había impuesto ya en el habla popular y, finalmente, la Real Academia no tuvo más remedio que aceptar lo que el uso había impuesto.
Y esta es la explicación, en fin, de esa doble ortografía “élite”/”elite”.
Gracias por la explicación Athini. Me complace que coincidas conmigo en que la RAE acaba aceptando cualquier palabra que se instala en el habla popular. Eso sí, si es una palabra malsonante o un insulto hacen mil remilgos y les cuesta mucho más aceptarla.
Creo que esta actitud es censurable. O se acepta todo-todo, o se ponen los mismos reparos siempre. El caso que comentaba es que “élite” se ha aceptado hasta el punto de que los correctores ortográficos no reconocen la grafía original, que de eso se estaba hablando en Malaprensa en el momento de mi comentario.
Por este motivo bromeaba yo con que dada la “extensión” que ha tenido el error “enaltercer”, de seguir así acabaría aceptándose ésta por “enaltecer”.
Y ahora soy yo el que te propone algo. Cuando un niño —o un adulto— dice “murciégalo” nos reímos y condescendientemente le corregimos para que diga “murciélago”. Sin embargo “murciégalo” está bien dicho. De hecho, atendiendo a las raíces que para estas palabras que da el DRAE, la fórmula original es la que nos proporciona esa hilaridad.
Aquí si que tienes un buen ejemplo del giro que da una palabra que pasa de lo correcto a error y del error a lo correcto.
La lengua es un conjunto de signos arbitrarios. En lo que pudiéramos llamar “estado natural” de una lengua (es decir, sin que existiese ni escritura, ni escuela, ni medios de comunicación, ni autoridad capaz de imponerse en grandes territorios), la tendencia de las lenguas es a dialectalizarse hasta formar un ‘continuum’: los de cada aldea se entienden entre sí y con los de la aldea de al lado; a los de la aldea de un poco más allá los entienden perfectamente, pero ya detectan unas pocas ‘rarezas’, y así sucesivamente, hasta que con los de doscientos o trescientos quilómetros no pueden entenderse en absoluto.
Como los signos lingüísticos son arbitrarios y tienden a irse modificando, la finalidad que se propone la Real Academia es actuar como punto de referencia, para que estas modificaciones o no se produzcan o se produzcan uniformemente en todo el territorio. Ahora bien, la posibilidad que existe de detener la evolución de la lengua sólo es relativa, y para poder ralentizarla en la medida de lo posible sólo cabe dar normas que realmente coincidan con lo que la gente habla. Si la Real Academia gozara de poderes extraordinarios para imponer su autoridad, entonces sería razonable que mantuviese inmutables sus criterios. Pero como la experiencia demuestra que su autoridad no basta para imponerse al uso de los hablantes cuando éstos no la quieren escuchar, entonces la Real Academia no tiene más remedio que adecuarse al uso, una vez que éste realmente se ha impuesto en el habla.
En caso contrario, el “código” propuesto por la Real academia se iría apartando de tal forma del uso común, que la “lengua” de la Real Academia llegaría a ser una “lengua” distinta a la lengua hablada, y, a la larga, perdería toda capacidad de influir sobre ésta.
La actuación de la Real Academia, por tanto, no tiene más remedio que estar en constante negociación con lo que la gente realmente habla. En la medida de lo posible, debe actuar como un elemento conservador, pero no puede serlo tanto como para alejarse de la lengua real.
Y es que el diccionario de la Academia no es un código jurídico, sino una guía de orientaciones. No es cierto, por ejemplo, como muchas personas creen, que sólo se puedan usar en español las palabras que aparecen en el Diccionario de la Real Academia, o sólo en las acepciones que allí presentan. Existen, desde luego, muchísimas más palabras y muchísimas más acepciones, pero es humanamente imposible meter en un diccionario todas las palabras existentes en un idioma de tan amplio uso como el español (de hecho, los especialistas en lexicografía que trabajan con la Real Academia disponen de archivos en los que hay tal vez cien veces más términos que los que recoge el diccionario ‘oficial’, y cualquiera de estos investigadores puede encontrar en un sólo día varias palabras o acepciones “nuevas” para incorporar a sus archivos; pongo “nuevas” entre comillas, porque con mucha frecuencia se trata de palabras o acepciones antiquísimas).
En sentido contrario, esto no quiere decir que las indicaciones de la Real Academia no sirvan para nada. Cada cual debe esforzarse por seguirlas en la medida de lo posible, del mismo modo que se deben seguir los consejos de un experto reconocido. Y, por este motivo, nada puede resultar más chocante que el que todo un Gobierno de la Nación, por primera vez en la historia, haya dado nombre a una ley (”Ley de Violencia de Género”) en contra del criterio expreso de la institución oficial encargada de velar por el idioma. En fin, el mismísmo Gobierno nos da ejemplo de que las normas y la autoridad no tienen ninguna validez.
En lo de “murciélago” tienes toda la razón: lo etimológicamente correcto sería “murciégalo” (deriva de “ratón ciego” en latín), pero los hablantes apartir del siglo XIII han coincidido en alejarse de la pronunciación etimológica, debido a razones articulatorias no fáciles de exponer aquí (técnicamente se llama “metátesis”, como lo que también pasó en “crocodilo”) y, una vez más, la Real Academia no tuvo más remedio que, entre la etimología y el uso, aceptar éste último.
Caramba, Athini, dices, hablando de “murciégalo”, que:
Vale que sean razones complicadas de exponer. Pero se me ocurre —desde mi ignorancia— que los niños (o al menos bastantes niños) tienen más facilidad para decir (¿articular?) la forma original que la evolucionada.
Sobre las críticas a la RAE, decirte que aquí tratamos de seguir sus dictados con la mayor dedicación posible. Faltas ortográficas seguro que se me ha ido alguna. Sobre las tildes sí que hay momentos en los que no sabría decir cuando una palabra va acentuada gráficamente (por ejemplo en este “cuando” de arriba).
Pero, de alguna manera, las críticas “van con el sueldo”. Quiero decir, que precisamente por ser una institución es normal que sea blanco de alguna crítica (alguna sugerencia les he hecho en el pasado, y aún conservo la carta —de cuando “no existían” los ordenadores personales— del Secretario Perpetuo de la RAE dándome la razón pero reconociendo que no podían hacer nada al respecto).
En fin, que estoy totalmente de acuerdo con lo que dices. (Ahora bien, a mí me gusta más la forma “elite” que “élite”, y me sonrío cuando soy blanco de alguna mirada condescendiente por utilizar la forma original, jaja).
Respondo a mi aseveración sobre lo del himno andalú de que en algunas profesiones y actividades hay que tararearlo y tal. Lo he escrito en mi comentario anterior de tal manera que puede parecer que sea obligatorio escucharlo y cantarlo. Realmente, no es así, pero en la práctica hay poca escapatoria de ello. ¿En qué actividades y sectores? Todas las relacionadas con el funcionariado y, especialmente, la docencia. ¿Cuándo? A finales de febrero, cara al día de Andalucía.
Te hablaré del docente, que es el más preocupa en lo personal y en lo ideológico pues eso de sembrar la semillita en los chavales siempre da los resultados futuros previsibles. (Al poder -aunque sea democrático- le encanta adoctrinar, concienciar, controlar, transmitir… NO es que yo sea ahora un ácrata, ni tú tampoco, pero ni nos chupamos el dedo ni somos idiotas y sabemos lo que vale un peine. Cuando la gente hace lo que uno desea sin tener que obligarle a la fuerza a ello -máximo, hacerle unas sugerencias- el poder alcanza su máxima perfección: la servidumbre voluntaria del personal. Ya lo dejó escrito La Boétie, hacia 1548, y mira que ha llovido desde entonces…).
Resolución de 10 de enero de 2007, publicada en BOJA, para todos los centros docentes de la Comunidad. Obligación de cumplirla.
Bases doctrinales: El Estatuto de Autonomía para Andalucía establece en su articulado “el afianzamiento de la conciencia de identidad andaluza” y el que los poderes públicos “velarán por que los contenidos de la enseñanza e investigación en Andalucía guarden una esencial conexión con las realidades, tradiciones, problemas y necesidades del pueblo andaluz”. Todo muy bonito, ¿no?
Paso a la resolución de este año que decía, cara a la celebración del Día de Andalucía, las siguientes perlas. Recuerda que pocos días después los andaluces estaban llamados a votar el nuevo Estatuto.
“No es posible obviar, en la celebración del Día de Andalucía del curso actual, que durante el año 2006 se ha impulsado decididamente el proceso de reforma del Estatuto de Autonomía de Andalucía y que el nuevo texto se encuentra actualmente en trámite de ser aprobado en referéndum por los andaluces y andaluzas·”. (…) “Todos los centros docentes de esta Comunidad Autónoma celebrarán, con anterioridad al próximo día 28 de febrero, el Día de Andalucía”. (Obligatorio). “Anteriormente a la fecha indicada los Consejos Escolares, tanto de centros públicos como de privados concertados, y los órganos de participación en los centros no concertados, se reunirán en sesión extraordinaria para realizar un programa de actividades para la celebración del Día de Andalucía con el alumnado tendente a profundizar en el conocimiento de la realidad andaluza y a fomentar los principios cívicos y democráticos que rigen nuestra convivencia como andaluces y andaluzas. Dicha programación comprenderá, igualmente, actividades con el alumnado orientadas al conocimiento del nuevo texto del Estatuto de Autonomía”. (El nuevo Estatuto tenía que salir sí, o sí…).
“Al menos habrá una hora para el debate y la realización de actividades sobre el Estatuto de Autonomía de Andalucía, así como sobre la cultura, la historia, la geografía, tradiciones, símbolos y otros aspectos relevantes de nuestra Comunidad Autónoma”.
Así que durante un mes los centros andan atareados haciendo las clásicas banderitas, recordando en las aulas lo buenos que semos, aprendiendo o repasando el himno y el escudito y, como fin de fiesta, todo quisque sale al patio a celebrar el acontecimiento. Naturalmente, se cuentan todos los tópicos al uso, semos los mejores, se canturrean y bailotean las clásicas músicas del terruño (sevillanas y esas cosas), luego se leen algunos poemas que dicen lo buenos que somos, se ondean las banderitas y tal, y como colofón, todo quisque escucha y entona el himno para acabar henchidos de patriotismo barato. Algunos pasan de todo (muchos niños, los primeros), pero un año tras otro, el adoctrinamiento se consigue con suma facilidad. Todo muy democrático, consensuado, burocratizado y teledirigido. En nombre de la identidad andaluza, la democracia y el buen rollito. Pero todo el mundo a pasar por el aro.
YA te digo, aunque sé que en otros terruños las cosas son más duras, complejas y exigentes. En realidad, no hace falta decir a nadie lo que tiene que hacer. El personal ya sabe qué se espera de él en cada momento. Tras más de 25 años repitiendo la misma historia, ya se hace hasta con los ojos cerrados. ¡Y sin látigo, que es lo bueno!
¡Qué miedo me da esto que me cuentas! Y no quiero tirar del hilo de la elucubración porque llegar a la conclusión que tengo en mente me parece tarea harto facilona.
Mi postura al respecto se resume en estos tres puntos ordenados:
1º) paso de los himnos (como ya sabías)
2º) si me piden opinión, prefiero que no cambien nada del himno español (lo que faltaba, tener que dedicarle tiempo a aprender una canción más)
3º) si lo van a modificar, que nos consulten mediante referéndum (que por algo es de todos; a ver cuando los políticos se dan cuenta de que es sano pedir la opinión al pueblo más a menudo).
Buenos días. He leído con interés los comentarios sobre EL HIMNO NACIONAL. Creo que ahora han abierto un concurso, (en próximos días), para dotarlo de LETRA. ¿Podrían Uds., si son tan amables, informarme sobre lo que se pretende? :
a) Poner sólo letra.
b) Hacer nuevo Himno instrumental.
c) Hacer nuevo Himno y ponerle nueva letra
Agradecería me indiquen donde puedo obtener las bases del Concurso y las intuiciones que Uds tienen sobre este tema.
En espera de sus noticias aprovecho la presente para enviarles un saludo cordial. Cartagena 6-de Octubre de 2007. Eusebio Martínez
Pues no lo sé, Eusebio. Esta bitácora es únicamente un foro personal de opinión, pero no de información. Eso lo dejo para los profesionales.
Algo he leído estos días en Internet, pero no recuerdo que hablaran de las bases del concurso. Supongo que si entras en cualquier buscador, tecleas las palabras clave, y le das a buscar las últimas noticias, te aparecerá la información.
Se me ocurre también que en las sede web de las entidades que promueven la idea deberá haber información al respecto.
Un saludo y que tengas suerte si decides tomar parte.
(Si finalmente tu propuesta es la ganadora espero que me lo hagas saber).