Sep 28 2007
Monitora homosexual
Escrito por laaguja | Archivado en: Amarillodeporte base | sociedad | deporte femenino
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Bueno la verdad es que me parece un poco anticuado lo de las señoras esas que no quieren que sus hijas entrenen con la monitora lesbiana. De alguna manera nos hace recordar esa España de antes de 1975 ( que no me toco vivir) en la que gobernaba el general Franco y los homosexuales o ” maricones” como se les llamaba entonces , eran perseguidos e incluso eran condenados a la carcel.
Quizas es que esa España, aún perdura de alguna manera entre mucha gente pero bueno yendo al meollo del asunto, la verdad es que según este criterio a un entrenador hetereosexual en un equipo femenino tampoco le tendrían que dejar entrenar ya que a el tambien le gustan las feminas. ¿ Es un poco absurdo, no?.
A la monitora protagonista de este blog, se la tendría que juzgar por lo bien o mal que imparta sus clases y no por su condición sexual ya que sino cometió ninguna infracción no debería de ser motivo de queja algunha.
Amigo Roxin, en mi opinión lo legal y lo justo no tienen cabida en este debate, pues a estas alturas de la democracia todos estaremos de acuerdo. Ya he dicho que la monitora tiene derecho a vivir su vida. Lo que planteo es un giro de tuerca más, retorcer el argumento para llevarlo un poco más allá.
Los usuarios del servicio público, o sus señoras madres, dado que son menores de edad, pueden recelar de una monitora por esta causa y por cualquier otra. Y tienen libertad para no acudir a un servicio público facultativo.
Entramos en el terreno de lo moral y lo ético, donde nos perderemos en pareceres y opiniones siempre subjetivas, a cual más respetable.
Supón que la desconfianza de las madres surgiera por cualquier otra condición de la monitora. Supón que la monitora fuera una “porrera” (sin llegar a la drogadicción) o que fuera fiel adepta a la cultura del “botellón”, aunque sus clases fueran intachables.
¿Te parecerían tan anticuadas las madres, que —casi por definición— siempre buscan lo mejor para sus hijos?
¿Qué me dices del monitor que prendía con ansia —pues era fumador empedernido— el cigarrillo en la puerta del polideportivo?
Apuntas, y me parece que con excelente criterio, qué ocurriría si las niñas estuvieran en manos de un monitor (hombre) heterosexual. Pero creo que no aciertas al sugerir una desviación sexual del monitor.
Hasta donde yo sé, ninguna madre ha insinuado que la monitora fuera a abusar de las niñas —aunque lamentablemente escándalos así se han dado con ocasión de convivencias deportivas o culturales.
He reflejado aquí que las madres hablan de transmisión de valores, y nunca han hecho mención expresa a la homosexualidad.
La pregunta debería ser: ¿hasta qué punto los destinatarios de un servicio público facultativo tienen moralmente derecho a exigir que la persona encargada de dispensar ese servicio sea del agrado de la mayoría?
Excelente tema, por el contenido y el continente.
En esta, como en casi todas las cosas, no hay una verdad absoluta. Personalmente pienso que la identidad sexual del individuo no se define por la persona que ha sido tu monitor o entrenador. Es más, tratar a esa mujer con el respeto que toda persona merece hará algo positivo en sus hijas: las preparará para aceptar las diferencias que nos separan del resto de individuos con los que van a cruzarse en la vida, las ayudará a estar preparadas para que, cuando se encuentren con quién sea diferente a ellas sepan aceptar a esa persona tal como es. Las ayudará por tanto a aceptar con respeto otras formas de vivir que pueden no ser las suyas.
Sinceramente, el conocimiento de los aspectos de los demás que nos diferencia nos ayuda a conocer el mundo tal como es, ¿o lo que realmente les molesta a las/los madres/padres de las criaturas es que sus hijas vean que una lesbiana puede ser también una buena profesional, y no solo el típico marimacho con el que no empatiza ni Dios?
Las personas que viven en la sociedad actual deberían tener claro que hay tantas formas de vivir como personas, o casi; todas legítimas siempre que no se moleste de forma voluntaria a los demás. Aquí le doy mi apoyo a Roxín cuando considera esta discriminación como propia de otra época y de otra España, donde también se habría actuado así con una madre soltera o con una mujer que viviese con un hombre si estar casados.
Esta mujer debe ser juzgada por la forma en que entrena a sus chicas y no por su homosexualidad que, y sigue siendo mi opinión, NO SE CONTAGIA.
Pero si es que estamos de acuerdo en que todo el mundo va a estar de acuerdo (a día de hoy y en esta parte de Europa, se entiende).
Ahora bien, el asunto tal y como yo lo veo, tiene una parte interesante para estudiar, que es la de las madres que desconfían, con o sin razón.
Y digo con o sin razón, pero es que no es cuestión de razonamiento. Es cuestión de sentimientos.
El fumar tampoco se contagia, ni es delito, ni es una desviación; y sin embargo aquel monitor levantó la aversión de algunos padres.
El caso es que aunque con la ley de su parte, la monitora se va a quedar sin el trabajito.
He omitido deliberadamente un dato que me proporcionaron al hacer mis consultas, pero es que nos meterá de lleno en otro debate. Esta monitora no es de esa localidad. Me temo que si la monitora fuera del pueblo esta característica iba a pasarse por alto.
Así es la España negra. Un amigo mío le llama a esto “la garrulería”.
El ser del pueblo otorga una credibilidad que a los demás no se les concede. Pero no te creas que esto es válido sólo para los garrulos, no; lo ven también con idénticos ojos personas instruidas y con responsabilidades pero que son del pueblo “de toda la vida”.
“Los trabajos del pueblo para los del pueblo”, es la consigna de los incompetentes e incapaces, coreada por la garrulería.
Felizmente no todos piensan de igual modo. Pero cuesta tiempo y esfuerzos ir educando a toda esa legión de garrulos y garrulas.
Si me acuerdo, más adelante os contaré en primera persona una historia relacionada con el mundo del deporte —a modo de artículo— que ilustrará lo que valen los derechos individuales ante los garrulos de esa España negra.
Os recomendaría a ti y a Roxin una novela titulada “La conjura de los necios”. A lo mejor tomáis conciencia del poder de… los necios.
Hoy es domingo y no estoy especialmente inspirado, así que no me adornaré.
No me parece comparable que una persona fume o que sea adicta al botellón con la homosexualidad. Digo esto porque las dos primeras opciones son claramente perjudiciales para la salud y la última dejó de ser considerada una enfermedad hace muchos años.
La segunda parte de tu respuesta tengo que meditarla más, y si aparece algún pensamiento lúcido por casualidad ya lo comunicaré al gran público, pero no quería que se enfriase demasiao el tema principal
Amigo mío, nunca quise poner la homosexualidad en el mismo plano que el fumar o el botellón. Es seguro que me he explicado mal, víctima tal vez de lo que expongo en el último párrafo de mi contestación a Juan Puñetas, más abajo.
Evidentemente no hay punto de comparación… si lo miramos por ahí. El punto de vista que torpemente quise proponer, que nunca imponer, como tema de estudio es el de la imitación de hábitos, actitudes, gustos, preferencias, tendencias y etcétera, etcétera, que hacemos de los ídolos.
En esta línea hay buenos trabajos al respecto —¿dónde estás, Rafa06?— que avalan la teoría de que los entrenandos imitan a los entrenadores que admiran como si de ídolos se tratara.
Pero el entrenador aúna a la admiración del pupilo por su ídolo la proximidad. El entrenador o entrenadora se convierte así, aun sin pretenderlo, en un modelo a seguir.
Entiendo que los temores de las madres van en esa línea, aunque ya hemos dicho que (tal vez) equivocadamente.
E insisto en ese “tal vez” porque en realidad no hay estudios sobre la influencia del entrenador en el asunto que ha dado pie a este artículo.
Podemos decir a voz en grito que nos parece que no. Las madres defenderán que “les parece” que sí.
Tal como lo planteas y, usando el método salomónico, el tema es insoluble y no lleva hacia ninguna parte. Bueno, sí, al final acabará en que esa chica tendrá que buscarse las habichuelas en otro trabajo menos “sensible” y aprender a ocultar su vida privada para que nadie sepa sus inclinaciones sexuales y modo de vida y así volver a revivir el caso y vuelta a empezar.
Sé (y sabes) que lo fácil sería decir lo que hacen tantísimos cantamañanas y progres de salón: defender contra viento y marea a la chica pasando de la opinión de las madres carcamales. Claro, esto es muy fácil de decir cuando a uno no le afecta. Estoy hasta las narices de los hipócritas que son solidarios jugando con pólvora ajena, como los que defienden la escuela pública donde se hacinan chavales de veinte nacionalidades en la mismo aula (a esto le llaman convivencia multicultural, aunque en realidad eso es un batiburrillo inmanejable e impresentable), mientras que sus hijos estudian en escuelas privadas o concertadas donde seleccionan al alumnado y si algún extraño se cuela, al final se le hace ver que su sitio no es ese. ¿Tú conoces alguna promoción de viviendas sociales que se haya realizado en una urbanización de alto copete, de esas donde viven normalmente todos estos cantamañanas? ¿O la sede de un ministerio o de un departamento autonómico que se encuentre situada en uno de los múltiples barrios degradados que hay en este país? Pues eso…
¿Qué hacer entonces? Pues a mí sólo se me ocurre una cosa, no imposible pero bastante difícil, conociendo al personal: hablarlo. Juntar a las madres (lo debería de hacer el jefe de aquello) y plantearles a éstas la cuestión cogiendo el toro por los cuernos. Recogiendo su opinión y dudas y luego, indicándoles unas cuantas verdades del barquero, para rebatir las mismas. Verdades como que todo el mundo es inocente mientras no se demuestre lo contrario. Verdades como que una opción sexual (y todos la tenemos) no implica una deformación psíquica. Ni un monitor heterosexual (al que le gustan las mujeres) va a violar a las niñas, ni una monitora lesbiana se va a acostar con ellas. Según ésta manera estúpida de pensar, lo mejor sería que chicos homosexuales dieran las clases a las niñas y chicas homosexuales a los niños. Así -se supone- no habría peligro alguno con que recibieran los chavales y chavalas una educación “preocupante”.
Y lo más importante: lo mejor sería que hablaran con la monitora, que la conocieran, no con objeto de plantearle sus reticiencias sino para saber cómo es personalmente, como realiza su trabajo, etc. Yo creo que el conocimiento, el diálogo, el contacto y la confianza con los demás, arregla muchos de los problemas que -desde la distancia- parecen insolubles. Tiempo habrá de si no salen bien las cosas, romper la baraja por uno u otro lado. No sé si he dejado algo claro pues no quiero alargarme demasiado fuera ya del ámbito deportivo, pero la verdad es que la cuestión es para debatir largamente y en profundidad, sobre todo por las partes afectadas. Los demás podemos aportar ideas, métodos de comunicación pero dar una solución concreta en plan cantamañanero me parecería de una gran superficialidad. Aunque eso es, habitualmente, lo que hay.
Creo que has atinado en la diana. Ése es el problema. No es posible ir de salvapatrias, de abanderado de la verdad o de persona concienciada socialmente (progre o liberal), si no se está dispuesto a aceptar las múltiples realidades.
Las madres, por supuesto, tienen su cuota de razón. La razón del que paga, del que hace —con su asistencia— que un servicio público tenga sentido; la razón de quien se preocupa por la educación de sus hijos.
No se puede pasar por encima de la ignorancia aunque la ley te dé la razón, sino que hay que luchar contra ella por los cauces que tú apuntas, sea sentado en una mesa redonda o sea de boca en boca en patios y pasillos.
Porque puede que un día, andando el tiempo, los hechos den la razón a las madres que hoy recelaron. Porque sabemos que de premisas falsas pueden seguirse conclusiones verdaderas… Sin olvidar la teoría de “la profecía autocumplida” que tan bien conoces. Y porque, además, pudiera ser que alumnas adolescentes tomaran como modelo de vida a su monitora de… ¿danza? confundiendo peras y plátanos porque todo es fruta.
Se ve en tu respuesta la marca de tantos años de profesión… y que no estás en un guindo, sino en varios a la vez…
En Roxin y en Palicero me atrevo a ver la marca, y el brío, de la juventud. Evidentemente tienen razón. Pero tú y yo sabemos que la razón, por sí misma, no basta.
Lamento que no haya habido más comentarios a este artículo que sin lugar a dudas nos habrían enriquecido a todos.
Tal vez entre los probables lectores de estos apuntes haya algunos afectados directamente por esa insuficiencia que presenta la razón en casos como éste (y otros que apunto en mi respuesta a Palicero).
Quiero hacer especial mención a esta frase tuya:
Para quienes nos tomamos el deporte en serio —y no con la insustancialidad de los resultados— no nos parece que un debate de este tipo esté nunca fuera del ámbito deportivo.
Porque todo lo que atañe a la sociedad tiene fiel reflejo en el mundo deportivo. (Tal vez sea esa la causa de la ceguera de los mariachis del CSD, que pretenden legislar por partida doble).
Y porque el deporte está inmerso en la sociedad y no al revés.
Nunca tengas cuitas por extenderte demasiado en esta bitácora. Sabes que es tan tuya como mía.
Tengo observado que en los comentarios de bitácoras ajenas todos tendemos a ser concisos en extremo, con lo que a veces se pierde parte del mensaje.
pero bueno…y así, a vuelapluma: ¿y si esas alumnas tomasen efectivamente ejemplo de ESA monitora y precisamente en ESE aspecto…? ¿que? ¿que pasa?¿pasa algo?
Además…¿que pasaría si las madres (y los padres, por cierto) que tienen a hijos en determinadas actividades deportivas escuchasen los comentarios machistas y sexistas que (estoy seguro) hemos escuchado de nuestros entrenadores todos los que hemos practicado deporte con cierta asiduidad en nuestra niñez y adolescencia? ¿hemos salido todos así? ¿que dirian unos padres gays de que se educase de esa forma a sus hijos? realmente…¿que significa “servicio público”? ¿y Municipal? el municipio…¿entretiene o educa? Y por ahora lo dejo que esto parece el examen de “Amanece que no es poco”
Por cierto, hola y enhorabuena por todo esto
Pues gracias por la enhorabuena, io. Pero sobre todo, gracias por tu comentario, que sin lugar a dudas arroja un nuevo punto de vista.
Supongo que dentro de la mente humana aún quedan aspectos por estudiar, y las relaciones e influencias entrenador-pupilo entran dentro de esas carencias.
Desde que el niño o niña se nos va al colegio, allá por los 3 años, los padres notan que pierden una parte del control sobre su educación. Uno de los primeros síntomas es cuando el niño o niña aparece en casa diciendo cosas que en el hogar no se escuchan. Me refiero tanto a insultos como a giros de expresión, y no necesariamente obscenidades o/y barbaridades.
A medida que los hijos crecen, están expuestos a más y mayores influencias externas a la propia familia.
Los que ya tenemos unos añitos recordamos aquella frase aplicada a los hijos varones: “hasta que el chaval no vuelve de la mili no sabe uno cómo le va a salir”.
Y es que hubo chavales que fueron a la mili siendo de una manera y volvieron siendo de otra muy distinta, y viceversa…
Desconocemos la influencia que un entrenador de base puede llegar tener en nuestros hijos o hijas. Dependerá de muchos factores, como la influenciabilidad del niño o niña, y por supuesto el apego, cariño o amor que tenga en casa.
Supongo que lo único que queda es supervisar constantemente la educación de nuestros hijos, cosa que últimamente, por los avatares de la vida moderna, no se hace como es debido.
En mi experiencia personal sí puedo decir que en lo que a tendencias sexuales se refiere he observado que un entrenador promiscuo ha forjado deportistas que han tenido después también esa tendencia, muy en contra del gusto de algunos padres, por cierto. Pero entiendo que no son tendencias sexuales comparables.
No sabré nunca si existió en esos casos una relación entre los gustos del entrenador y los gustos que adquirieron los jóvenes, pero es lo que he visto.
(Piense el lector que existen muchas horas de convivencia en la relación entrenador-pupilo. No sólo son las horas semanales de entrenamiento, sino los viajes y las competiciones, y muchas horas de conversaciones. Y en los deportes individuales, y no digamos cuando se compite a cierto nivel, la relación que se establece es, quizá, aún más directa).
tu si que eres maricon ROXIN
Bueno, en primer lugar decir que estoy deacuerdo con que los niños, en muchas ocasiones, imitan los gestos y expresiones de sus mayores, PERO,en lo que no coincido, es en que imiten una condición sexual con la cual naces, en todo caso creo que las imitaciones serían de acciones como el ejemplo que pusiste de fumar.
No sé que tiene que ver esto con que la monitora enseñe a practicar un deporte. ¿a caso mantuvo relaciones sexuales con su novia delante de los niños? ¿a caso se besaron delante de ellos? y si fuera así esto último tampoco me parecería mal. Afortunadamente hoy en día los homosexuales no reprimimos nuestros sentimientos y, a pesar de que algun sector bastante amplio de la sociedad todavía no lo comprenda, somos una realidad por mucho que se empeñen en huir.
Sería una buena lección para todos ellos que sus hijas les salieran lesbianas, sería una buena lección para que cambiaran de mentalidad.
Un saludo :)
La controversia vino por las convivencias que hace el equipo durante las competiciones. Incluso a veces fueron a algún torneo que requirió una estancia fuera de cada de cerca de una semana.
La situación se agravó por las noticias que de vez en cuando salen sobre abusos de los entrenadores con sus pupilos en los vestuarios. Simplemente surgió en aquel tiempo una de estas noticias y la bola creció en este lugar de cuyo nombre no quiero acordarme, que dijo el maestro de las letras.
Desconozco si alguien puede transmitir tendencias homosexuales a alguien heterosexual. Supongo que la facilidad o dificultad de tal empresa sea la misma que la de transmitir tendencias heterosexuales a quien es homosexual.
Pero no olvidemos que en algunos y algunas jóvenes existe cierto desconcierto sobre su tendencia en la pubertad. (Y eso que todavía no hemos hablado de quien tenga tendencias bisexuales).
Mi posición particular en este aspecto es más bien la de quien está a la expectativa, a la espera de que se pronuncien pedagogos y psicoterapeutas, que supongo yo que serán los que tengan que llevar a cabo las investigaciones pertinentes (complicadas y complejas al tratarse de seres humanos).
Entiendo, como padre, que si un hijo o hija es homosexual, no por ello deja de ser “sangre de mi sangre”. Pero también quiero entender la frustración de aquellos padres que esperan tener nietos y descubren que su hijo o hija es homosexual. Y de ahí puedo llegar a entender la preocupación de estos padres. Una preocupación, digamos, preventiva, ante la desinformación del alcance real de lo que ha sido el núcleo de este artículo.
Para resumir, mi postura es bastante aséptica en este particular, pretendiendo entender a todas la partes. Creo que mi postura imparcial se aprecia en todo el artículo. Gracias por tu comentario.