Oct 26 2007
Hacer vida normal
Escrito por laaguja | Archivado en: Magentaexperiencias y anecdotas | medicina
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el 26.10.2007 (Friday) a las 00:00:32 y está archivado en
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Imagínate que el alcalde de tu pueblo sufre una tendinitis en un dedo de la mano haciendo deporte. ¿Crees que seria necesario darle de baja? Creo que no, ya que podría continuar haciendo “vida normal”: podría continuar tomando sus pintas de vino con sus infatigables compañeros de partido y de taberna, comer en los mejores restaurantes con constructores amigos de su localidad, pensar en hacer maldades a todos aquellos que mantengan un pensamiento critico con su modo de gestionar los intereses generales del municipio, podría acudir a las sesiones plenarias con absoluta normalidad e incluso podría cogerse unas vacaciones en Alicante, en Sotrondio o en el Puerto de Santa María.
Con un oxímoron por nick tan poco serio como el que has utilizado, y con un texto tan estridente, he repensado todo el día si debía dar contestación a tu comentario.
Pero como no quiero parecer descortés contigo, vaya aquí mi respuesta.
Me traen bastante sin cuidado las bajas laborales del Alcalde, del Presidente de la Comunidad Autónoma y del Presidente del Gobierno. Y ello por muchos motivos de los que paso a enumerarte solamente tres.
En primer lugar, porque supongo que existen lesiones y trabajos que son compatibles; quiero decir, que no se requiere baja médica para una lesión concreta que permite desempeñar una función dada.
En segundo lugar, porque entiendo que ciertos puestos de representación y gobierno de entidades públicas y de empresas privadas han de estar necesariamente por encima de las bajas laborales.
Si un alcalde o un gerente se rompe un dedo jugando a baloncesto, entiendo que tiene obligaciones y compromisos que no admiten demora. Tal vez no le sea posible escribir, pero sí podrá asistir a reuniones y estar presente en negociaciones necesarias para la vida de la empresa o de la entidad local.
Si por enfermedad o lesión grave a uno de estos cargos le fuera imposible seguir trabajando, deberá delegar en su persona de confianza para que la vida de la empresa o de la entidad local no se frene.
Por último, porque mi artículo versa sobre trabajadores a los que su actividad laboral les exige un esfuerzo muscular (términos que encontrarás en el artículo tras una atenta lectura del mismo). ¿Quién no se ha encontrado alguna vez con esa frase que parece igualarnos a todos: “hacer vida normal”?
Pues depende de lo que era vida normal para cada uno. Acelerar la incorporación del trabajador a su vida laboral puede traer consecuencias negativas para la salud de éste, tenga una lesión en el dedo meñique, en la columna vertebral o en cualquier otra parte de su organismo.
Aventuro, por el tono crispado de tu misiva, que guardas algún tipo de rencor al que aún no has dado salida. Te aconsejaría ponerte en paz contigo mismo cuanto antes por el bien de tu salud y por la de los que te rodean.
Me parece muy bueno el articulo y pasa de comentarios que no tienen sentido, mas bien rencor o mala leche. Coincido con tu contestación y no le des mas cancha al que no tiene intención de participar en positivo, aunque sea criticando.
Salud
La anécdota me la contaron de primera mano y quien me la relató no tenía motivo alguno para hacerme un cuento.
Sí he de matizar que la historia aconteció hace ya unos buenos años. Tengo la sensación, al menos en el entorno que me rodea, de que los médicos sí están sensibilizados hacia la protección preventiva de la salud del trabajador. Pero aún he conocido hace poco un caso en el que el médico se ha negado a facilitar la baja de un trabajador con una pierna renqueante en un empleo que exigía esfuerzo físico continuo.
Los artículos de las últimas semanas están alejados —voluntariamente— del relumbrón del deporte mediático. Es ese otro deporte más anodino el que he andado buscando últimamente. Es, si puede decirse así, el deporte social.
No se extraen grandes consecuencias de este artículo. Simplemente la toma de conciencia de un problema con el que cualquiera podemos vernos. Este artículo era una especie de deuda.
Por eso se agradecen comentarios como los vuestros, con los que adquiero la certeza de haber llegado a la fibra que buscaba.
En efecto, catalogar a todo el mundo por igual lleva a cometer graves errores. No digamos si entramos en la parcela médica. Por eso el buen galeno opina que más que enfermedades lo que hay son enfermos. Claro que después hay que hilar muy fino para no caer en las redes de la picaresca y el embuste, terreno donde muchos enfermos también son unos ases.
(Todos conocemos casos de gente que se da de baja en el trabajo por unos días cuando con un poco de voluntad podría perfectamente seguir laborando y casos en que hay personas que -salvo que estén muy indispuestos- no dejan de acudir a su trabajo. Quizás los primeros se pasan de listos y los segundos de tontos. Yo me incluyo en el segundo bloque).
En cualquier caso, hay que valorar la enfermedad y el tipo de paciente. A mí me gusta mucho informarme sobre temas de salud (a veces alejados del mundo médico ortodoxo) así que lo primero que valoro es un doctor (a) que sepa escucharte y valorar que el enfermo también tiene opinión y sabe de qué va la cosa. No es fácil encontrar doctores así (dices bien en lo de ser “dioses”, o quizás es que tienen escaso tiempo para atender a los pacientes). Pese a ello, reconozco que es una profesión difícil y de alto riesgo. Y es cierto que hay enfermedades que según el enfermo le permitirán hacer vida normal o no.
A tu primo Pepote una jaqueca continua quizás no le habría impedido hacer esa vida normal, mientras que para un profesor hubiera sido casi imposible de hacerla. En cambio, su lesión a muchos profesionales no les habría impedido realizar su vida habitual -incluyendo a ese alcalde con el dedo tieso- mientras que a él le impedía llevar la suya de manera adecuada.
Me ha llamado un buen amigo tras leer el artículo para decirme que conocía el caso de un médico que se había tenido que tragar sus propuestas. Pero el hombre me hablaba de un tema administrativo. Evidentemente fuera de su parcela, el médico es tan humano como el resto.
En su entorno laboral, el médico es dios. No conozco el caso de un paciente que discutiera con un médico. Ni el de una enfermera, y menos aún el de un auxiliar. Nadie cuestiona la palabra de su médico. Todo lo más, busca una segunda o/y tercera opinión. Pero no discute.
No es el caso de otros profesionales. Los arquitectos, por ejemplo, han de bregar con el cliente; aunque para no dar el brazo a torcer saben salirse por la tangente apelando a motivos estéticos. Si les fuerzas, te llenan de una jeringonza técnica que te desarma. Pero al menos, uno se ve con fuerzas como para plantarles batalla.
Prácticamente, un profano se atreve a exponer sus ideas a cualquier licenciado, sin acatar dogmáticamente sus postulados. Salvo a los médicos.
Sin embargo, es cierto eso que dices. No somos dos iguales, y por lo tanto, necesitamos diagnósticos personalizados. Quizá, entonces, debería haber un médico por cada familia…
Pese a haber leido este articulo el sábado a trabes del internet que tengo en mi nuevo telefono movil ( menudos avances que nos ofrece la tecnología) no he podido opinar como suelo hacer con habitualidad hasta este momento ya que desde el movil no puedo y en mi casa no dispongo de conexión a la red. Lo cual me ha permitido leerme el articulo dos veces.
Bueno, sin más rollos, quiero decir que los medicos, al igual que los maestros o profesores, entrenadores deportivos o jueces tienen las sarten cogida por el mango y de esta manera puden actuar de la manera que ellos escojan. Quiero decir con esto ( no se si me he explicado bien) que ante la ignorancía de la mayoría de los ciudadanos de a pie en las materias que competen a estos gremios estos pueden dejar colar ciertas cosas en sus diagnosticos.
Si cuela colo y sino pues quien les va a llevar la contraria si son Dios en su ambito.
Quisiera comentar y sin animo de ofender al primer comentarista de este articulo ( Monarquico Repúblicano) que su comentario nada tiene que ver con el tema que se trata hoy y que quizas este resaviado por alguna circunstancía que le hubiese acontecido con anterioridad.
La verdad es que ese nombre es un poco ridiculo y creo que la ideología o simpatias politicas se deben de guardar más bien en la intimidad y menos en ser públicada en una bitacora que no trata de politica.
Sobre los maestros/profesores, entrenadores y jueces quiero dejar claro que no comparto tu opinión en absoluto.
Al maestro es de esperar que un discípulo no le vaya a rebatir sus argumentos, pero hoy en día la situación en los colegios e institutos no está como para echar cohetes. Y en otros oficios y artes se ha perdido también el respeto a la figura del maestro.
Quizá en artes marciales clásicas, con el cuento de que “esto es así porque así me lo enseñó a mí mi maestro” el alumno calle y trague (o acepte, según el punto de vista).
Y con ello llego al mundo de los entrenadores deportivos. Nada más cuestionado que el entrenador. Y no hablemos ya del seleccionador de la federación deportiva de turno. A más mediático el deporte, más controversia con el entrenador de la selección de la federación.
Y sobre los jueces, pues tres cuartos de lo mismo. Que si lo deja en libertad, que si lo retiene en la cárcel, que si una sentencia injusta, que si la ley se aplica de diferente forma al pobre y al rico… La verdad es que detrás de los entrenadores y los árbitros (jueces al fin y al cabo), me parece que la de juez debe ser la profesión más cuestionada por el gran público analfabeto en la materia, entre los cuales me incluyo.
Creo que no has estado muy acertado en tus ejemplos. Y sigo diciendo que el médico es dios. No es cuestionado por nadie, salvo por otros médicos y de forma muy corporativa.
Lo que nos lleva a la moraleja que se puede extraer del artículo de hoy. Gracias a nuestras lesiones (y enfermedades) es que los médicos están en el pedestal en que se encuentran. Pero no nos piden opinión a la hora de tratarnos de nuestras dolencias. La decisión la toman “a pesar de nosotros”.
Sin embargo, en el caso de la medicina deportiva, creo que el doctor sí es más receptivo a escuchar al paciente y consensuar con él el tratamiento final.
De todas formas, la anécdota, verídica, invita a la reflexión.
Si no nos hemos recuperado para la práctica deportiva (alejada de la competición) que supondría recuperar nuestro ritmo de vida normal, ¿estamos en condiciones de desempeñar nuestra actividad laboral normal? ¿Hasta qué punto forma parte la práctica deportiva de una vida normal? ¿Están los poderes públicos dispuestos a aceptar sus propios postulados sobre una vida sana practicando deporte cuando de bajas laborales hablamos?
Hola, siento tener que contradecirte lo que dices, por que no estoy de acuerdo en dos cosas:
Primera, dices que ¿estamos en condiciones de desempeñar nuestra actividad laboral normal?, segun entiendo tu primo, Pepote, no vive del fronton con lo cual no es su vida laboral que es realmente por la que dan la baja por el trabajo en si, no estamos hablando de una vida normal, si no de una vida laboral normal, al menos eso he entendido, disculpame si me equivoco.
La segunda es lo que dices, los medicos son dios, y aqui es facil corregirte ya que si fuese dios, no crees que nunca se equivocaria, ¿arrogantes, egocentricos, etc? puede que si, ¿dioses? no creo.
Gracias por leerme y un saludo.
http://nohacefaltaregistrarseparaganardinero.blogspot.com/
El contrastar opiniones genera nuevas ideas, por lo que no lamentes contradecirme. Yo me alegro de que lo hagas porque me das pie a reflexionar.
En realidad en este artículo —y contrariamente a la gran mayoría de los escritos hasta ahora— yo no digo nada. Tan solo sugiero; y me pregunto.
Obviamente estoy de acuerdo contigo en que su actividad laboral no es el frontón, y si estuviera en condiciones de desempeñar su actividad laboral deberían darle el alta.
Antes de seguir razonando, permíteme que me detenga para recordar que esta historia es verídica (aunque el personaje no). Ahora piensa en que el médico quedó convencido con la explicación que le dio el paciente.
Yo planteo la cuestión de ampliar el círculo de lo que se considera hacer vida normal a la práctica deportiva no-competitiva.
Si los poderes públicos nos instan a la práctica deportiva, quizá pensando en alcanzar un rendimiento social para tener una población sana y evitarse un dineral en médicos y medicamentos (éste es una de los objetivos de la OMS a la hora de proponer el ejercicio saludable para todos), avanzo que deberían entonces hacer frente a las bajas que el deporte no-agonístico produce y, consecuentemente, mantenerlas hasta el total restablecimiento del afectado.
En cuanto a la palabra “dioses” que he aplicado aquí a los médicos no lo he hecho en el sentido de la “infalibilidad” que se le supone a un dios, sino en el sentido de la “palabra divina” que tiene un dios y que no es cuestionada por nadie.
Lamentablemente —para todos nosotros— los médicos no son infalibles (y en este sentido no son dioses), y sabemos que se equivocan. Y con cada equivocación hay que lamentar una desgracia (no necesariamente una muerte).
¡Ojalá fueran dioses en el sentido que tú has interpretado!
Pues tienes razon, es lo malo de leer que puedes sacar las cosas con la interpretacion que quieras.
Un saludo, http://nohacefaltaregistrarseparaganardinero.blogspot.com.
Es culpa del escribiente, que no ha sabido matizar correctamente.