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Por ahora (he vuelto a releer el primer artículo dedicado al entrenador-dios) lo único que se me ocurre, y no es poco, es:
-Esta es una de las historias más tristes que he leído en mucho tiempo.
En el enlace que proporciono hacia el final del artículo, el que lleva a la definición de “burn-out“, se habla de otras profesiones que conoces.
Que nadie confunda el burn-out con el mobbing. Éste es más triste todavía, ya que entra en juego el terrible pecado congénito y cainita de la envidia, que se alía con la codicia y la mezquindad de las personas.
Puedo asegurarte que la historia es cierta (más de uno se verá reflejado). El texto encierra algunas moralejas, de las que destacaría la que se deriva del último párrafo.
Me tomo tu comentario como un cumplido, pues quería darle un cariz triste a la historia.
Y cuando estos entrenadores dioses no salen de su Olimpo y además de estar en posesión de la única verdad se erigen en los caciques del equipo… que pasa con los niños … que pasa con esos niños, cuyos padres como comentas en tu artículo, no le rien sus gracietas …. ellos pagan las consecuencias… ¿qué podemos hacer?
¿irnos del equipo y dejarle que siga en su feudo?.
Las escuelas deberían tener a alguien encargado de bajarles a la tierra.
Esos adultos cobardes se enfrentan a niños valientes.
¿Hacer? Cuando escribí el artículo no he pensado en esa segunda parte de la cuestión. Supongo que habría materia para otro artículo. Éste era simplemente una denuncia de lo que está pasando por toda la geografía española.
Parece que sabes bien de lo que hablas, como si lo estuvieras padeciendo. Si escribo un artículo continuación de éste, te lo haré saber añadiendo aquí un comentario, ya que veo que te has suscrito a los comentarios de este artículo.
Así, a bote pronto, se me ocurre que habría que emplear estrategias de psicología social.
Estos caciques son maestros en el arte de manejar la opinión pública de su pueblo (fuera de su pecera no valen ni para atar paquetes). Recuerda que “opinión pública” no es lo que opina el público, sino lo que se puede opinar en público.
Se han creado una fachada de bondad, gentileza, simpatía y cualidades similares, cuando en realidad son más falsos que las monedas de diecisiete pesetas.
Entiendo que las posibles soluciones deberían plantearse a largo plazo (cuando el hijo del afectado ya esté fuera de las garras de estos desaprensivos; en eso se fundamenta parte de su aparente éxito). Comenzar cambiando la opinión de tu entorno sería un paso. Por supuesto, utilizando sus mismas armas, es decir, sin dar la cara.
Gente de esta calaña han llegado a amenazar a personas que no les ríen sus gracietas con mover piezas para que sean cuestionados en su centro laboral (detrás de un entrenador-dios suele estar siempre su mamá o/y su papá). Convendría invertir las tornas amenazando su modus vivendi que es su modus operandi. Quizá ese sea su talón de Aquiles en comunidades reducidas. Sin uno, pierden el otro y se quedan sin nada.
Lo dicho, si decido escribir un artículo dando respuesta a tu pregunta, te lo haré saber. Mi decisión de escribirlo o no sólo vendrá motivada por la calidad que yo entienda que pueda darle al escrito. Si a mi juicio no llego a un “notable alto”, no lo publicaré. La fase de documentación tal vez me lleve unos meses, pues entiende que no me voy a dedicar a ello expresamente.
Gracias por tu comentario. Tu aportación ha sido inestimable.
La agonía del entrenador-dios
tema: deporte base
claves: entrenadores, apatía, cansancio, galvana, triquiñuelas, desesperación
resumen: refleja la decadencia paulatina de un monitor de base
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