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Muy atinadas tus referencias a la diferente coordinación que se da entre el fútbol y los otros deportes, así como al feed-back que se establece entre los jugadores y los espectadores. Habría que profundizar más por esta vía porque ahí está la madre del cordero, si bien distintos cambios en los reglamentos podrían aliviar la problemática. (Yo también creo que el penalty, en la actualidad, es una norma excesiva, así como la expulsión definitiva de un jugador, dejando al equipo diezmado. Ahora bien, ¿por qué no se cambian? Pretenden mantener las mismas normas para un partidillo de colegio que para uno de Champion donde se juegan auténticas millonadas. Es un disparate…).
Seguro que te has dejado en el tintero más razones para justificar la diferencia entre los deportes de sandía y melón. No sé si el hecho de darle tantas veces al balón con la cabeza, como pasa en el fútbol, provoca un reblandecimiento de las meninges, que luego se ve trasladado a conductas excesivamente inapropiadas e incivilizadas en los campos de juego (y fuera de ellos). Quizás alguna tesis médico-doctoral al respecto podría iluminarnos sobre el tema.
En cualquier caso, el final que se avecina es previsible pues la avaricia (hacer “caja” al precio que sea) suele romper el saco. Tanto partido provoca el hartazgo hasta al más fiel seguidor. Tanto aburrimiento (cuestión de un reglamento antiguo y de una concepción del fútbol absolutamente resultadista y rácana) hará que al final la gente acabe quedándose en casa con el televisor enfrente. Luego, encima, pretenderán que los ciudadanos -vía impuestos- costeemos la crisis de los clubes, que llegará inexorablemente como siga la cosa como va. (¿Somos catastrofistas, cenizos o simplemente no tenemos los ojos vendados por la pasión, la fe y la religiosidad futbolística?)
En lo que a la religión del futbolismo se refiere, tú y yo somos herejes. Las conductas heréticas son condenadas al olvido y al silencio, vía apagón y mordaza.
Como la hoguera ya no se estila, el ninguneo de que somos objeto creo que viene a ser la sentencia y la condena. Pero nos leen, amigo Juan, nos leen.
Recuerdo aquella novela, “Farenheit 451″. Guy guardaba algo prohibido. Pues eso son nuestras bitácoras.
No me cabe duda de que el bombero pirómano que cae por el Arco y El Espectador guarda en algún rinconcito de su mente alguna frase leída con desgana, como deseando que se acabe el artículo pero sin poder dejar de leer aquello que le está escandalizando.
Supongo que el futbolismo no desaparecerá de la noche a la mañana, y que simplemente se transformará. Pero estas cosas generalemente nunca van a mejor por sí solas.
Saludos, hereje del futbolismo.