Feb 12 2008
Por un plato de lentejas
Escrito por laaguja | Archivado en: Verdelos medias
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Este artículo se publicó
el 12.02.2008 (Tuesday) a las 00:31:00 y está archivado en
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¿Has pensado que tal vez el chaval haya sido “obligado” a dar la espantada?
Pues sí, lo he pensado.
1) Por eso digo “lo que puede haber pasado” y después amortiguo mi acusación con el latiguillo del ministro, “un cierto tufillo”.
2) Por otra parte, aquí tiene el autor un foro en el que explicarse convenientemente, fuera de la garras de algunas editoriales.
3) De todas formas, en mi país, al bajarse uno de sus principios también se le conoce como “haberse vendido”.
[comentario del autor del artículo]
Algunos amigos ya me han parado (leen pero no comentan) alegando la idea que más arriba expresa contrapunto.
Me he dado cuenta de que tal vez haya yo escamoteado un dato en aras de una brevedad que nunca consigo en los escritos de ‘El Espectador’ (mi revancha personal me la tomo en De tertulia, bitácora donde lo que digo no debe sobrepasar las 50 palabras).
Cuando el autor de ‘La grada’ cerró su antigua bitácora, se despidió con este post publicado el 23.01.2008 a las 11:22 h.:
Convendría poner en valor ese me han llamado y depurar esa cura en salud del “[…] por alguna barbaridad que escriba”.
Por cierto, tenía pensado otro título para este artículo: “Dime de qué presumes…”.
Hoy me han dicho: “los periodistas, que deberían llevar la integridad por bandera, no pueden presumir de ella”. Supongo que mi amigo se refería al periodismo amarillo, al rosa y al deportivo.
Sea la espantada por “venta” u “obligación”, me parece evidente que aquí hay falta de “bemoles”. No son tiempos de mártires ni suicidas, pero uno pide al menos que la casi obligatoria falta de heroicidad venga acompañada de la correspondiente humildad y reconocimiento: “…si alguien se atreve que me diga que es mentira”. Palabras. Palabritas que se lleva el viento. ¡Menudo coitus interruptus habemus!
Estupenda la frase que te han dicho: “los periodistas, que deberían llevar la integridad por bandera, no pueden presumir de ella”. Acabo de ver al amigo Gabilondo compadrear fuera de micrófono con el Presidente de la Cosa, dándole hasta consejos sobre la conveniencia de “aumentar la tensión”. Otro que se me cae del Olimpo. La integridad periódistica (llamar al pan, pan y al vino, vino, independientemente de quien sea el panadero y el vinatero) anda por los suelos y ni buscándola con la lámpara de Diógenes es fácilmente encontrable.
Lo que más me preocupa en estos momentos, sin embargo, es saber si los nuevos periodistas estudian gramática, ortografía y esas cosas tan raras que tiene el lenguaje para complicarnos la vida. Una lectura atenta del artículo que rescatas desde el más allá internetero (”Los indigentes del AS”) hace que al Puñetas se le disparen todas las alarmas lingüísticas. Claro que uno -de la vieja escuela, o sea, un carroza- le da importancia a cosas que ya han dejado de tenerla: uf, la integridad, el lenguaje, la humildad, los “bemoles”… ¡Valientes majaderías ultramontanas !
Explicaciones puede haber varias aunque me temo que las más sencillas no serían creíbles, porque —como bien destacas— las acusaciones vertidas fueron bastante graves. Uno espera que los licenciados en esto de las Ciencias de la Información, cuando escriben algo, lo respalden con su vida profesional. Palabritas que se lleva el viento…
Los periodistas, integrantes de una —otrora— sagrada profesión, han sido domesticados por los que realmente mandan. Las Universidades escupen todos los años carnaza para que las empresas editoriales la quemen despreocupadamente en su pulso de poder contra los tres estamentos democráticamente reconocidos.
Y estoy contigo en cuanto a la calidad de los escritos de los licenciados. En cuanto el corrector ortográfico y el de estilo de la redacción dejan de funcionar y se enfrentan a pelo con la cosa internetera, bajan muchos enteros.
En lo que respecta al lenguaje, uno espera que ciertos profesionales lo mimen y respeten (¡qué horror ese *a dos metros nuestros!, confundiendo el pronombre posesivo con el personal).
Quizá es que se lleve en el lenguaje escrito eso de provocar con giros e idiotismos inútiles y yo no me haya enterado. Pero causa tan mala impresión, dice tan poco del licenciado que los utiliza, que a mí aún me escandaliza.
Que un torpe sin cultura como quien suscribe tuerza renglones es algo que podría disculparse, pero que lo hagan quienes deben abanderar la cultura… ¡es una lástima!