Apr 11 2008
A veces llegan cartas…
Escrito por laaguja | Archivado en: Turquesapatrocinios y publicidad | legislacion | bitacora
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el 11.04.2008 (Friday) a las 23:55:10 y está archivado en
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Y además de Licenciada, loísta.
Es lo que tiene que en las Universidades de nuestro país dejen estudiar a analfabetos sin hacer criba alguna.
Cosa que se debería enmendar.
Porque para poder desempeñar cualquier tipo de profesión, primero hay que saber expresarse correctamente y sin vulgarismos tanto en el propio idioma como en uno adquirido posteriormente.
Tengo la sensación de que esos “fallitos” en una licenciada en “Comunicación Social” sí que son reprobables.
Pase que en la primera comunicación se come la apertura de admiración en dos ocasiones (¡pero es que era la primera comunicación!; ¿será que en “Comunicación Social” no hay siquiera unos créditos sueltos sobre la importancia del primer contacto?) para en una tercera ocasión sí utilizarla (ésta sí, ésta no…).
Y pase, también en el primer comunicado, la omisión de la tilde en un pronombre (nos puede pasar a todos, pero una comunicación empresarial —al menos para mí— exige una revisión un poquito exhaustiva).
Pero en el escrito de respuesta ese “lo” dice muy poco en favor de la imagen de la persona que envía el cibercorreo (por usar el término que propone la RAE, desaconsejando el que aquí utilizamos siempre —correo-e—)
A mí me da la sensación de que en “Comunicación Social”, y en otros órdenes de la vida, “todo vale” con tal de echar pa’lante “la rutina laboral diaria”.
Me temo que con mi contestación y este articulo me he perdido una megafanática de esta bitácora…
Me había percatado también de esos dos fallos ortográficos tan comunes, pero considero el loísmo algo mucho más grave, ya que es un vulgarismo apreciable tanto en la lengua hablada como en la escrita.
El problema de la ortografía entre los españoles de hoy en día es algo que creo que difícilmente se vaya a poder enmendar en estos momentos y que cada vez va a peor entre la masa inerte.
La gente se ha empeñado en deshacerse de unos signos que son necesarios en nuestro idioma escrito, pues sin ellos es muy difícil comprender el significado de una oración (que no frase) extensa a primera vista. Por no hablar del hecho de que nuestro idioma sea uno de los pocos (si no el único) que los posee.
Aunque bien se pueden sacar de la manga un argumento para este tipo de deslices: El hecho de que el trato sea más mundano y juvenil denota que no es una fría máquina quien envía los correos, sino una persona cercana a sus receptores.
Supongo que es un pilar de la comunicación social.
Lo de las tildes en los pronombres lo dejo por caso perdido, ¿cuándo se darán cuenta de que pronombres personales no es sinónimo de pronombres demostrativos?
En buena hora se le ocurrió a la RAE cambiar esa gran norma de acentuación (y distinción).
Ya es hora de declarar la guerra a los spam, esos horribles y fastidiosos correos que nos invaden sin que nadie los solicite y que despues hay que empezar a borrar.
¡ Abajo los spam!
En aras de ser un poquito más precisos yo diría que abajo las empresas que nos bombardean con spam. Si está prohibido por ley, no sé por qué continuan con esa práctica.
Tengo un correo-e (cibercorreo, vale…) para esta bitácora. Se puede encontrar en la barra lateral por los motivos que ya he explicado en alguna ocasión.
Pero no está ahí para que me envíen “comunicaciones publicitarias o promocionales” no solicitadas. Ocurre que un servidor no va a perder su tiempo y su dinero elevando una denuncia contra esa empresa, y ellos lo saben y de eso se aprovechan.
Yo no sé si es que nos han tomado por tontos. Hacen un anuncio que se les antoja supermegaguais y ponen a una licenciada a recoger de la Internet correos-e de webs y bitácoras deportivas (tengo muy claro que la dirección de correo-e de esta bitácora no la he dado nunca a esa empresa).
Después alguien redacta una supermegaguais circular y la envían como si nos hicieran un favor:
Estoy contigo: ¡fuera el spam y quienes se sirven de él tratando de engañar a cuatro incautos! Debería existir una oficina institucional a la que poder quejarse y que la Administración actuara de oficio (si existe y alguien la conoce, que deje aquí la dirección).
El escrito de la señorita Licenciada en Comunicación Social en respuesta al tuyo no hay forma de agarrarlo en cuanto le metes un poco el bisturí. No es sólo el tema del “loísmo” ni las contradicciones argumentales. Es que no hay por donde coger semejante engendro lingüístico. Se lo he dado a varios profes quisquillosos y le han sacado un montón de errores gramaticales, morfológicos y semánticos que, claro, no me voy a poner a reflejar aquí, en esta bitácora de “interés general”. (Amigo Espectador, el elogio de esta Licenciada hacia tu bitácora, otorgándole dicho calificativo, merecería que le enviases un vistoso ramo de flores. Claro que si lo quisieras hacer por la valía de su escritura, el ramo debería estar confeccionado… con cardos borriqueros).
Por vía interna te remito una feroz crítica sobre cómo la tal Licenciada escribe su respuesta. Si ese es el nivel de expresión escrita que tiene cara al público, habría que quitarle la licencia para tal menester. Horrorizados, Aguja, aterrados se quedaron los profes cuando les enseñé semejante engendro. A su lado el “Buerbo hen un rrato” que vi el otro día en la puerta de un cerrajero es casi una obra de arte. El amigo merecería ser elevado a la categoría de orfebre ortográfico con nivel, al menos, de catedrático. ¡Qué menos!
¿Por qué se quedan tan aterrados esos profesores? Si la culpa de que alguién que sale de la universidad sin escribir correctamente no es del sistema educativo, no se de quién cojones es.
1. de la persona
2. de la puta mierda que es la LOGSE
Esos son los culpables, y no necesariamente en ese orden. Si una persona relativamente aplicada (asumo esto teniendo en cuenta que ha finalizado una licenciatura) no sabe escribir correctamente, tiene mucho que ver con que en su momento el profesor que hoy se echa las manos a la cabeza, ayer miró en otra dirección al ver el mismo fallo.
Yo tengo claro que la mediocridad está instalada en la sociedad en la que vivimos. Y por tanto alcanza a todos sus estamentos en todos sus estratos, licenciados y licenciadas incluidos.
Se puede superar con buena nota un examen de ingreso en una Universidad. Puede uno graduarse con buena nota en una Licenciatura. Pero eso no supone que se sacuda la mediocridad. El ser mediocre va con la persona. Hay oficiales mediocres y hay licenciados mediocres, como hay empleados mediocres y tenderos mediocres.
Si uno mismo no hace nada por mantener un compromiso por la excelencia (la frase no es mía; es el lema de los Oakland Raiders), de nada valen las arengas de profesores ni catedráticos.
“Lo que Natura no da, Salamanca no presta”.
Me has dejado asombrado con la disección que me has enviado. A estas alturas ya dudo hasta de la poca calidad de lo que escribo.
Parece que la muchachita tiene una vida laboral muy ajetreada; aún así ha sacado tiempo para sacarse la espina que sin duda le suponía mi respuesta.
Entonces, las prisas otra vez, la habrán llevado a cometer todos los errores que reseñas en el correo-e que me has enviado (es que tus amigos no han dejado tres palabras seguidas sin señalar con errores).
Mucha licenciatura y mucha gaita, pero para mí el error supremo es enviar ese tipo de escritos (tanto el primero como la contestación) como parte de la comunicación empresarial.
Tal vez esa licenciatura venga a cubrir el antiguo Secretariado. Pero creo que se ha perdido en calidad. Es que ahora “todo vale”.
Al final, ella misma ha dado la razón al texto de presentación que ya he reseñado y que aparece debajo del título de cada artículo (el que la dejó picada), donde pongo en solfa a tanto diplomado y licenciada mediocre.
En efecto, es un tema de mediocridad generalizado en el que todos (y cuando digo todos, quiero decir TODOS) tenemos nuestra cuota de responsabilidad. Es el signo de estos tiempos en que perdemos el cerebelo y hasta las gonadillas por cualquier armatoste tecnológico, cuando deberíamos hacerlo por cosas más necesarias y fundamentales. Así, me descorazona comprobar la pérdida de tiempo que representa un puñetero móvil, que no deja de ser en el fondo un vulgar telefonillo para salir del paso o para resolver algún contratiempo habitual. Encima acabo de leer la noticia de que escribir los mensajes SMS correctamente, con sus tildes, comas y demás parafernalia sale mucho más caro que hacerlo tan chorramente como es costumbre, uso y abuso.
En fin, que según afirma el dicho, y creo que Palicero estará de acuerdo, “entre todos la mataron y ella sola se murió”. El cadáver (sea la educación, la ortografía, el deporte o cualquier otra cuestión candente) está en el depósito perfectamente identificado, estudiado y diseccionado pero nadie pone nombre a los autores de la fechoría, que se diluye en la colectividad, el sistema o la sociedad como responsables finales. Ello es cierto, en efecto, pero por eso mismo no hay jamás responsables. Ni siquiera “en última instancia”, como hubiera escrito Carlitos Marx.
Aquí entramos, por último, en el quid de la cuestión: TODOS somos responsables pero ALGUNOS MÁS QUE OTROS. Y aquí es donde ni siquiera los forenses logran ponerse de acuerdo. Las sociedades modernas compensan su complejidad estructural y tecnológica con la simpleza de su ser vivo dominante: el bichejo humano. Coincido con Alain Finkielkraut, en su memorable libro “La derrota del Pensamiento”, de Editorial Anagrama, donde habla de “cultura zombi”, “reinos mediáticos de la confusión”, “la pedagogía de la relatividad”, la “cultura desmigajada”, el “derecho a la servidumbre”, “su majestad el consumidor” o “una sociedad finalmente convertida en adolescente”. Son algunos de los titulillos de su apasionado alegato contra la mediocridad del mundo que nos ha tocado vivir.