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Está claro, Aguja, clarísimo como el agua. Lo que pasa es que este concejal (”que aprendí todo lo que sé de política” del alcalde socialista Juan Priede) parece que necesita pasar por un curso más especializado de administración local que las lecciones ocasionales que le haya podido dar su querido amigo. Por ejemplo, para poder entender eso de “tenemos que clarificar legalmente lo que era una concesión de un año, prorrogable a cuatro, y que se lleva prestando desde hace ocho”. (Habla de los responsables privados de la gestión de un polideportivo municipal).
Sí se le nota al hombre sus ganas de trabajar y cierta soledad en niveles superiores respecto a sus ideas y proyectos por mejorar el deporte de su pueblo. El Director de Deportes del Principado debe estar muy ocupado en otras faenas para no haber recibido todavía a nuestro concejal. (Algunos alcanzan el nivel de incompetencia demasiado pronto o llegando demasiado arriba y luego pasa que no tienen tiempo ni para recibir a las visitas…).
Siempre he dicho que esto de la política municipal está infradimensionado. Quiero decir, que no se le da la suficiente importancia.
Un tipo cualquiera, vecino tuyo si quieres, por mor de su afiliación a un partido político llamado “Equis”, mañana mismo se convierte en concejal de tu ayuntamiento sin más doctorado que el de las urnas, cuando lo que se hace en realidad es votar listas cerradas.
Si un tipo cualquiera acierta en la elección del partido que va a gobernar, y le cae simpático al cabeza de lista, al día siguiente de la elecciones ya lo tendrás dando órdenes a la Policía local, a los funcionarios de carrera y si le sale de los bemoles, puteando al tendero del barrio con el que se las tuvo tiesas hace ocho meses.
En el caso presentado este hombre, sencillo y sin más pretensiones que las de ayudar a su pueblo como muy bien has apuntado, accede a toda una vorágine de leyes que encorsetan (y a lo mejor más que deberían encorsetar) todo el sistema administrativo y político. E irá aprendiendo a base de llevar “chaquetazos”. Pero mientras que aprende a desenvolverse va cometiendo errores como el que reflejo, algunos de muy complicada subsanación sin perder votos o/y generar descontento.
Y para cuando ha aprendido (cuatro años de legislatura es casi una licenciatura), resulta que empieza a soltarse y a dar su opinión y el alcalde lo defenestra porque ha dejado de caerle simpático, o tal vez el pueblo, harto de ver a los de siempre en el Consistorio, decide que otros ocupen su lugar.
Y así que hemos invertido tiempo, esfuerzo y dinero, amén de tener que desfacer errores y entuertos cometidos por ignorancia (cuidado, que la ignorancia es santa y la burricie no), que para cuando podemos sacarle rentabilidad social a la inversión hecha en un concejal para los próximos cuatro años, resulta que llega otro nuevo y vuelta a empezar.
Y yo me pregunto: ¿es esto manera de progresar, o es más bien una forma de dar vueltas en círculo sin moverse más allá del próximo surco de una espiral cada cuatro años?