Jan 23 2009
Reubicando las fronteras
(coloque el cursor sobre las estrellas que desee otorgarle y pinche)
Aún no hay votos
= deficiente | 
= insuficiente | 
= bien | 
= notable | 
= sobresaliente
 Versión imprimible |
 Deje su opinión |
 Compartir |
 Leer comentarios |
http://www.elespectador.eu/viejoblog/2009/01/reubicando-fronteras/trackback/
Este artículo se publicó
el 23.01.2009 (Friday) a las 23:59:36 y está archivado en Magenta.
Puedes seguir cualquier comentario a este artículo por el RSS 2.0 feed.
No hay posibilidad de comentar ni hacer ping a este artículo.
|
Anterior : « Inapeable |
Posterior : Desempleo » |
(Jean Dolent)
«Las radios rechazan de forma unánime 
Como el deporte es política, por mucho que la mayoría no acabe de enterarse (sobre todo cuando se habla de equipos “nacionales” o se come el coco al personal con que los equipos “representan” a las ciudades y países), no puede extrañar que Israel juegue con Europa. A mí no me parece tan raro si tenemos en cuenta que también lo hacía antiguamente la URSS o ahora Rusia, a la que muchos niegan el pan y la sal europea. (¿Rusia en la UE o en la OTAN?) Incluso yo diría que algunos tan poco europeos como los ingleses, no sólo juegan tan alegremente, si no que lo hacen por partida doble, triple… (Y en la UE, están para lo que les interesa y en todo lo demás van a su bola. Así cualquiera…) En fin, que todo es un pasteleo…
El argumento de que Israel es una democracia (y por eso juega en Europa) es tan falso como Judas pues vuelvo a la antigua URSS,que siempre jugó cuando aquello tenía de democracia lo que yo de cura. Claro que a cualquier cosa llaman democracia, bien mirado (sobre todo, si miramos a Israel).
Así que ya me dirás como atamos el rabo de este borrico si no le metemos en el trasero la mano de la política pura y dura. Es lo que hace, por ejemplo, que la guerra de los israelitas y los palestinos dé mucho que hablar y otras guerras incluso más cruentas pasen desapercibidas. Estar por quitar a ISrael, por las bravas, de las competiciones europeas, aislándolo también del entorno geográfico-político al que aspira o al que le gusta pertenecer, tampoco sería una buena solución dadas las malas pulgas con que se las gastan estos tipos del gobierneo judío. (Quizás lo del genocidio de la II Guerra Mundial -con armas y bagajes europeos- todavía haya que expiarlo durante varias generaciones más hasta que empiece a verse más claramente que los antiguos sujetos pacientes actúan ahora como sujetos actuantes). En todo caso, yo aplicaría medidas (o no) a una teórica representación “nacional” -a la selección de Israel, por seguir con la fantasmada- pero no a un club como el Maccabi que por no representar no se representa ni a sí mismo, como demuestra año tras año su plantilla, plagada de jugadores extranjeros.
Judíos y musulmanes tienen mucho en común. Sus sociedades civiles se rigen por leyes religiosas. Es decir, por tabús y por supercherías, como la que tienen los judíos que les lleva, tras cada atentado, a recoger TODOS los pedacitos de carne de los cadáveres, porque a los muertos tienen que enterrarlos enteros. De ahí también el intercambio de prisioneros por cadáveres tras cada combate.
En fin, que teniendo tanto en común, deberían entenderse mejor, máxime cuando ambos pueblos dicen que no hay más que un dios. Y si cada uno tiene uno, pues ha de ser el mismo. Si es que blanco y en botella, ¡leche!
Claro, eso siempre que exista un dios. ¿Te imaginas el autobús ateo ese en Jerusalen? Jojojo, habría sido un buen golpe de efecto.