Terminator acaba como empieza torpe
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Está claro que los medios no van a retransmitir algo que saben que no tendrá audiencia, y en ese aspecto la queja de Cristina Mayo no tiene mucho sentido. Pero en lo que sí tiene razón es en pedir apoyo a las autoridades. El balonmano femenino es un deporte que puede darnos medallas en Juegos Olímpicos y en campeonatos internacionales y, sabiendo cómo están las cosas, los gobiernos, en especial los autonómicos, deberían echar una mano (si se queja debe ser porque no reciben muchas ayudas).
En lo de “Nunca utilizar el dinero público para que unos deportistas que se autodenominan profesionales “jueguen” en lugar de “trabajar”” creo que también te equivocas. Mussolini fue el primero que daba más pasta que nadie a los deportes modestos para luego salir con un saco de medallas de los Juegos (aunque fueran en tiro o tiro con arco). Desde entonces, todo el mundo ha seguido su ejemplo, y en parte resulta lógico. Habrá que dar más dinero a quienes más posibilidades de lograr medallas tienen y a quienes más lo necesitan (sería estúpido dárselo al fútbol).
Además, me juego el cuello a que ninguna de las jugadoras del Sagunto vive del balonmano ni lo harán nunca. El objetivo de las ayudas no es que jueguen en lugar de trabajar, sino que tengan más tiempo y más medios para entrenarse y prepararse para las grandes competiciones. Todos sabemos que el dinero del ADO no es gran cosa y, además, depende de factores que son muy aleatorios (si te lesionas y te pierdes las competiciones clave, pierdes la ayuda), por lo que los gobiernos autonómicos, en este caso el Valenciano, deberían echar más una mano.
Claro que, estando en crisis, habrá tantos sectores que también necesiten esa ayuda…
Tu punto de vista, Ales, es el del aficionado medio. Y te expresas como lo haría un forofo cualquiera. He leído tu blog, y si lo he enlazado en el anillo es porque he visto que mantienes una saludable y acertada vis crítica que lamentablemente no abunda por la blogosfera.
Pero en este asunto en vez de mantenerte crítico oficias sin darte cuenta de aplaudidor del sistema.
Los males que denuncia esta señora son los males de un sistema deportivo ineficaz desde el día que lo pusieron en marcha, allá por 1990.
El engaño se cifra en vendernos el deporte como referencia de la imagen exterior del país. Pretenden hacernos creer —al punto de que algún listillo llegó a utilizar un baremo que llamó de medallas per cápita— que a más medallas somos un país más grande y respetado en los foros internacionales donde verdaderamente “se corta el bacalao” de las políticas económicas. Y evidentemente no es así.
Por otro lado está muy extendida la falacia de que los deportistas nos representan a los ciudadanos españoles. Y también es falso.
Permite que añada que las selecciones deportivas no representan a ningún territorio, sea nacional o autonómico; tan sólo representan a sus respectivas federaciones, que son entidades privadas —por lo que ellas tampoco representan al país.
Éstas son las principales patas de un sistema falaz, engañoso, mendaz. Un sistema mantenido por todos los actores para su propio beneficio: políticos, deportistas, federativos y directivos, medios de comunicación…
Te puedo asegurar que Mussolini no fue el primer mecenas político del deporte. Ya en la antigüedad se le dio a este sistema el descriptivo nombre de “pan y circo”.
Como buen crítico que eres no deberías dejarte obnubilar por este sistema del que se cuelga ahora la señora Mayo para exigir que le hagan caso cuando ha quedado fuera de él. Vuelvo y repito: ¿a quién le interesa el balonmano femenino?
Obvié reflejar el cuarto supuesto: a Lissavetzky y otros políticos, pero sólo cuando hay foto dulce y no agria, como la que ha propiciado la abrupta y torpe señora Mayo.
Por supuesto que entiendo que el dinero que pueden cobrar estas jugadoras es pagado a título de compensación. E imagino que la mayoría estarán en edad de estudiar. Pero es que ése ha sido uno de los postulados esgrimidos por Mayo en su alegato. Por otro lado conviene no confundir el destino del dinero ADO, que no es para los equipos sino para las integrantes de la selección de la Real Federación Española de Balonmano a título personal.
En definitiva, tan equivocado es el sistema deportivo que nos imponen como errónea es la pataleta de la señora Mayo. Ni le corresponde dinero público para su juguete particular ni es capaz de generar (con todos sus títulos) más dinero para su equipo. Como ya he dicho, les ha llegado el momento de replantearse la realidad en la que viven.
En cierta ocasión oí como un político reprendía a su ahijada por motivos escolares: “las cosas son como son y no como nos gustaría que fueran”. Mayo debería aplicarse el cuento.
Estoy encantado de poder departir contigo. Cuando quieras, ya sabes dónde me tienes. Un abrazo.
Este fin de semana no he leido la bitácora y esta mañana me he enterado del incidente escuchando Cadena Ser, donde apaludían los argumentos de la señora sin ningún miramiento… Es un poco triste que nadie le diga a esta buena mujer que vivimos en el mundo real.
Nada más escuchar (y durante) la entrevista me he acordado de la aguja, me imaginaba tu opinión al respecto. En esto que llego a casa, enciendo el ordenador y ¡Hostia, pero si ya se ha enterao!
¡je je je!
Pues sí, ya me había enterado, jejeje. Gracias al Bar Deportes. También dan su opinión en Páginas Deportivas. Tienes el enlace al primero en el texto del artículo, y el enlace al segundo en mi comentario anterior.
La paradoja aquí es que se aplauda al que se sale del sistema… cuando precisamente lo que pide esta señora es entrar en el sistema. Es una especie de “apártate tú para que entre yo”. Lo que tiene la señora Mayo es más cara que espalda. La cosa no acabó ahí. Cuando la periodista está entrevistando a una jugadora aparece la señora Mayo, con una actitud gorilácea, diciéndole a la jugadora con muy mala baba “no dejes que te molesten, que no te molesten más”. Decididamente se le fue la pinza.
Si yo fuera el presidente del club la pondría de patitas en la calle porque si yo fuera el dueño de la cadena de televisión no se volvería a mencionar en mi emisora ni a la señora Mayo ni a ninguno de los equipos en los que recale. No sé si me explico…
Lo más atractivo de todo este asunto es el círculo vicioso que se da entre empatizar con la Mayo porque critica al sistema, criticar a la Mayo por querer una parte de la tajada, criticar al sistema al que la Mayo quiere subirse y volver a empatizar con la Mayo por tener el valor (yo pienso que la torpeza) de enfrentarse al sistema.
La diferencia entre valor y torpeza… Valor sería si hubiera pensado y calibrado decir lo que dijo, tratando de remover conciencias. Torpeza porque pienso que simplemente abrió la boca y dejó que aflorara su resentimiento con el sistema. No hay valor si un acto es producto del calentón que da la frustración.
Normalmente me molesta la gente que vive de espaldas a la realidad. Pero en este caso creo que tanto yo como los de la SER como el aficionado medio nos hemos sentido conmovidos por la señora Cristina Mayo, por aquello de la compasión por el más pobre y desasistido. Por supuesto que el número de medallas que un país logre en los Juegos Olímpicos no tiene ninguna influencia en el respeto que posee a nivel internacional. Más de una vez le he recriminado ese argumento a quienes lo esgrimían como razón de peso para que se recupere el Ministerio de Deportes en España.
Pero, teniendo en cuenta todo eso y estando de acuerdo -por supuesto- en que el balonmano femenino no interesa a nadie (ni siquiera a mí), yo no puedo dejar de pensar que si algún dinero público se va a invertir en deporte, éste tiene que darse a los que más lo necesitan. Y el balonmano femenino está entre ese grupo, aunque por delante hay otros miles (atletismo, hockey, deportes minoritarios individuales,…).
El sistema es como es y no se podrá cambiar. Porque a la gente le encanta el deporte y, aunque los deportistas realmente no representen a nadie, un español sí se siente representado cuando Rafa Nadal va a Wimbledon o cuando la selección de balonmano gana el Mundial. Y el Estado, por ello, se ve casi obligado a ocuparse de los asuntos deportivos. Luego, si el reparto del pastel que hacen los organismos públicos es justo o no… es de lo que supongo que se queja Cristina Mayo y de lo que te digo que en mi opinión debería hacerse siempre a favor del más necesitado.
La crítica que haces al sistema tiene bastante sentido, aunque yo personalmente confío un poco más en la bondad de los actores (salvo en la de los medios: trabajo en ellos y lo único que les importa es vender más que el resto).
En cualquier caso, es un placer leer tanto tu blog como tus comentarios. Me parece que despiertan la conciencia y se apartan de todos los clichés e ideas comúnmente aceptadas. Me gustaría que escribieras alguna vez sobre las posibles alternativas para cambiar ese sistema que llamas falaz y engañoso. La verdad es que sería interesante proponer un cambio desde la base de las estructuras y relaciones deportivas (aunque como he dicho, creo que es casi imposible de cambiar).
Un saludo!
Ales, por cortesía suelo dejar que la réplica a mi respuesta a un comentario quede como la última palabra dicha. Hoy esa cortesía me obliga a abrir un turno de contrarréplica (que espero que aproveches con la oportuna dúplica).
Es cierto que quizá te he atacado (pero lo justito, ¿eh?) en la comparación con el aficionado medio. Pero es cierto también que se nota que escribes desde una tribuna que te permite enfocar la realidad desde diferentes ámbitos —ahora sé cuál es tu ocupación— (me gustaría que no dejases de escribir).
Por lo que no puedo pasar sin matizar tu observación:
Yo más bien diría que un español elige identificarse con esos deportistas en base a su vecindad patria. Cada cual es libre de poner sus sentimientos donde mejor le venga en gana. Pero eso no debería condicionar las ayudas institucionales de un Estado. Una cosa es “sentirse representado” y otra muy distinta “sentirse identificado”.
Al final de tu réplica me pides que escriba sobre propuestas para cambiar el sistema. Bueno, te diré que llevo escribiendo sobre ello desde junio de 2004 en este blog. Y tengo pensado seguir haciéndolo, con mayor o menor fortuna. Sobre esos cambios te invito a leer mi último post donde encontrarás un enlace a las palabras de Lissavetzky y un enlace a un artículo anterior de El espectador que a lo mejor te gusta (y que tiene un enlace a otro artículo anterior que le da pie).
Ahora dime si tú crees las palabras del ministrín de deportes. Y si no le crees, dime entonces qué hace este tipo ahí metido.
Perdona por responder en otro comentario. No estoy acostumbrado a que en los blogs ofrezcan la posibilidad de la contrarréplica. Leeré con interés los artículos que has escrito sobre el tema y, por supuesto, comentaré sobre ellos. Ha sido un gran descubrimiento el encontrar tu blog.
Un saludo!
¿Y de lo mío, Aguja? ¿Qué es lo que pasa en este país que el tiro al plato de marisco no sólo no tiene subvención alguna si no que sus masoquistas practicantes tienen que costearse todo de su bolsillo? ¿Ein? Ya sé que la señora Mayo está delante porque el balonmano tiene más clientela que mi particular deporte, pero al final todos deberíamos participar de la misma sopa boba, que todos somos hijos de dios y de Zapatero. A la rica subvención…
Hablando en broma, porque lo de arriba iba completamente en serio, me agrada que la señora Mayo sea noticia porque lo habitual es que el periodista muerda al entrevistado y aquí es al revés. Sé que a las televisiones sólo les interesa el fútbol y que de los demás deportes pasan salvo que haya una gran figura que arrastre a las multitudes, pero siendo normalmente televisiones públicas (y hasta las privadas están catalogadas como “servicio público”, tiene bemoles y guasa la cosa), parecería de recibo que se dedicasen a promover y promocionar otros deportes además del fútbol, que encima les cuesta (nos cuesta, pues lo pagamos los contribuyentes) un riñón. Las telecacas públicas deberían hacer más caso a otros deportes. Que no tienen audiencia…, si da igual, Aguja, si chupan del presupuesto y no de quienes las ven… Si son televisiones autonómicas deberían programar encuentros de los equipos del terruño, al igual que hablan de los políticos del cortijo y de los comistrajos del lugar. Ya me dirás qué demonios hacen las autonómicas retransmitiendo la Fórmula I a partir de ya mismo, mientras que hacen ni caso a los cuatro tontos (o tontas) que juegan en el pueblo y de cuyo tirón debería servir para que los chaveas y no tan chaveas les imiten y se dediquen a mover el esqueleto.
La señora de armas tomar, Mayo o Abril, pide lo que todos: canela fina, pasta, dinerín del bueno porque aquí el que no llora no mama y porque aquí chupan del frasco del dinero público hasta los ricos. Por esa la entiendo y hasta me cae simpática, la ogro. En el fondo, en el fondo, no le asiste la razón y las maneras, pero seguro que si llega a ir de modosita y bambilácea, no sale en Youtube ni en ninguna tele de plasma. Si se trataba de llamar la atención (y algo caerá en el talego, tenlo por seguro) ha hecho lo que tenía que hacer. (El balonmano femenino no venderá una rosca pero alegra la vista mucho más que el masculino, que esa es una faceta del deporte de la que muchos se olvidan. ¿O es que los/las cachas del deporte no usan su atractivo sexuá para llenar los estadios, las portadas y los telediarios?)¡Menos programas de cotilleo y más balonmano femenino y tiro al plato de marisco!
Mi crítica más que a la señora Mayo (mero comparsa) es al sistema.
La señora Mayo equivoca las formas, y en este país, donde lo grotesco triunfa, lo mismo le proponen ir a la isla esa de los famosos a pasarlas canutas que ir a la pasarela Cibeles con sus chicas monas. Pero de lo que pide, hazme caso, no le va a caer ni una breva.
De momento nadie ha rebatido mi aseveración interrogante: ¿a quién interesa el balonmano femenino?
No podemos obligar a una televisión, por muy pública que la creamos, a que ofrezca un producto de escaso interés social.
La señora Mayo (con su club y su federación) pueden crear una cadena de televisión y ofrecer el producto que fabrican. Lamentablemente para ella no son ni la NFL ni son la NBA.
Como decía, mi crítica es a un sistema que al final propicia esperpentos como el que hemos visto. Hasta que no llegaron las vacas flacas esta gente no se ha dado cuenta de que el pastel no alcanza para todos.
¿Acaso crees que el mundo del fútbol ve justo que de la millonada que generan las quinielas sólo les llegue —lo digo de memoria— una centésima parte? (un 1%).
No veo a nadie interesado en hacer una quiniela sobre balonmano femenino. Sin embargo sí habría interesados en apostar a una quiniela de fórmula uno igual que a la QH.
En la vida unos son altos y otros bajos, los hay gordos y los hay flacos. No es posible repartir kilos y centímetros hasta que todos seamos iguales. Además, eso sería una impostura.
El secreto radica en conformarse con lo que nos ha tocado en suerte. Y si cambia el sistema, este principio deberá mantenerse: “La misma ley para el buey y el león, es opresión” (William Blake).
Ante esta airada señora Mayo yo sigo diciendo lo mismo que he dicho siempre: el deporte profesional debe ser autosuficiente y sostenible. Sin ayudas públicas. Y deben contribuir con todos los tributos que les correspondan: Hacienda, Seguridad Social, Impuesto de Sociedades…
Insisto ahora por otra vía: ¿a quién le interesa el rugby a siete femenino?: «España pasa invicta a cuartos de final en el primer Mundial de rugby a siete femenino».
¿Qué tal que todos los entrenadores de deportes minoritarios o/y femeninos montaran el berrinche público de la Mayo? ¿Habría que hacerles caso a todos?
El camino hacia un reconocimiento global-social de una actividad es lento y se hace pasito a pasito. No es posible saltarse veinte pueblos para llegar antes. En la cúspide hay sitio para más, como han demostrado la fórmula uno y el tenis, que tienen en vilo a la gleba que ni entienden de motores ni saben de tie-breaks.
Entre otros aditamentos se precisa un campeón que atraiga al público. Es un ingrediente básico en la receta a seguir. Después llegará la tele…
Lo contrario, mi gorilácea señora Mayo, significa poner el carro delante de los bueyes.