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El caso que citas (inocente aunque legalmente culpable) podríamos añadirlo a otros en que se es culpable y legalmente inocente. Porque la “culpabilidad” no es sólo penal sino también social o moral. Pero ateniéndonos estrictamente a la penal, se dan más casuíticas. Gente que es calificada de culpable y luego indultada porque el poder político cree que los jueces metieron la gamba y viceversa. O gente malvada que luego es vestida de santa porque su delito (por el que no pagó) ha prescrito. En fin que en estas cosas de las leyes uno se siente como habitualmente los delanteros de los equipos de fútbol: en fuera de juego. No suelo entender cosas que mi caletre me dice que tienen poco sentido. En el caso que comentas quizás Hacienda y la SS tuvieran razón legal pero la pierden -la moral y social, claro- cuando no actúan siempre con el mismo rasero con todo el mundo. Al menos si, como tengo entendido, a muchos clubes de fútbol -no quiero salirme del mundo del deporte- les perdonan o atrasan deudas sin razón alguna. O cuando -saliéndome del deporte- a Ayuntamientos y organismos públicos les permiten alegrías que no se las toleran a los particulares. Y es que siempre ha habido privilegiados en las cosas del querer. Quiero decir, en las cosas del money, money.
Es cierto que hay gente culpable que es declarada inocente y gente inocente que es hallada culpable, como en este caso. Quizá sea un alivio saber que la mayor parte de la gente inocente sigue siendo inocente y que la mayor parte de la gente culpable no consigue burlar a la Justicia… O eso creemos, ¿eh?
¿Y si hubiera muchos más culpables libres que culpables culpabilizados?
Nunca lo sabremos. Uno tiende a pensar que hay por ahí mucha gente libre de culpa que debería estar pagando.
Y van y atrapan a gente como esta, bonachona e infeliz que lo único que ha procurado es hacerle un bien al prójimo.
La historia es de hace muchos años, cuando la gestión de las federaciones deportiva era más amateur y menos profesional de lo que es hoy en día. Eso hemos ganado, sí, a costa de haber politizado las federaciones deportivas.
Ya he escrito algunas veces de las tropelías que se cometen ante las elecciones federativas. ¿Recuerdas aquel caso del árbitro que viajó por medio mundo para domesticar su voto? ¿O aquel presidente que se pretendía inhabilitar cautelarmente para ejercer cargo público a costa de retorcer la verdad con el objetivo de que no pudiera comparecer a los comicios federativos?
Quede aquí la historia para público escarmiento. Si consigo algún día dar con ese recorte de prensa (que es posible que haya ardido en la chimenea de mi anterior casa), prometo subirlo aquí y dar noticia de ello.