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¡Como eres, Aguja! Acabas de dar la vuelta a la tortilla con una facilidad que lo mismo cualquier lector poco ilustrado o excesivamente creyente sufre un ataque epiléptico al comprobar que todo su cimiento deportivo-anímico-cerebral ha sido puesto en cuestión. Poner a los entrenadores y a los directivos de base en lo alto de la pirámide, cuando siempre los sitúan en la base (y porque no pueden, que si no, los escondían en alguna catacumba) es un giro copernicano cuya comprensión a muchos les puede costar hasta un ictus cerebral. Es tal el lavado de cerebrín y la comedura de coquín que nos llega por tierra, mar y aire, que textos y detalles tan sensatos como el tuyo parecen sacados del baúl de la Piquer o de ultratumba, cuando son la pura y dura realidad de todos los días. Sí, ¡cómo eres, Aguja, cómo eres!
Lo peor, lo que me estoy temiendo, es que los jerifaltes han terminado por tragarse su propio humo, y en esas esferas todo se mueve con esta letanía equivocada. A ver si subo un articulo que me ha quedado truncado la semana pasada por motivos de una acción vecinal a la que he tenido que darle mente. Ahí quiero dejar claros los impulsos que mueven a estos mandamases, que encaminan al deporte hacia derroteros equivocados.