El agotador trabajo de ser genio
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Hablar de genios en el mundo de la pelota me parece una exageración. No lo digo por ti, que lo dejas bien claro en tu artículo, sino por esos meapilas y palmeros de la prensa deportiva (también algunos aficionados) que llaman genialidad a dar dos pases maravillosos y quince rematadamente mal, que es lo que suele hacer Guti en sus partidos “deslumbrantes”.
El chico (que ya va camino de los 40 tacos) tiene un problema que él mismo reconoce: le gusta la buena vida (aunque vista en plan cutre) y un deportista de élite se tiene que olvidar de ella durante los años de máximo esfuerzo físico y deportivo. Guti no lo ha hecho nunca, según cuentan las crónicas, y de ahí que nunca haya pasado de la nada, salvo sus ramalazos de genialidad (habas contadas). Es la diferencia, por ejemplo, con un Raúl o Casillas, que no andan puteados en su vida privada (supongo que la disfrutan) pero que saben cuidarse y centrarse en su profesión pues ganan mucho y la gente les exige en consecuencia.
Claro que ahí entramos en el tema principal: mientras Raúl y Casillas tienen la cabeza muy bien amueblada (cosa nada habitual en el peloteo), a Guti le encontramos el coco casi deshabitado, sin un mueble donde poder uno sentarse. Díscolo, maleducado, broncas y otras lindezas que le adjudican sus enemigos y los que le vemos año tras año pelearse con todos sus entrenadores y con los jugadores rivales. En el campo es una bomba de relojería en cuanto se calienta o lo calientan.
En fin, pese a todo ahí sigue hasta la jubilación, fiel a sí mismo. Mal no le ha ido aunque reunía condiciones para aportar más. Cada cual tiene lo que se merece y quien gusta de estar a altas horas de la madrugada en la discoteca lo máximo que puede esperar es que el día de partido le salgan sólo dos pases bien dados, aunque eso sí, creme de la creme. Como Curro Romero, vamos…
Sutil manera de discrepar…
Lo que he tratado de poner de manifiesto es que los genios trascienden las fronteras de lo comúnmente aceptado. No se les puede encorsetar. Sí, tal vez un mortal normal alcanzaría ese rendimiento óptimo si fuera disciplinado. Pero un genio (en el deporte o en las artes, ya que la manifestación deportiva en su grado superlativo es un arte) no alcanzará ni un uno por ciento de su rendimiento si se le ata.
A todo esto, y como digo de pasada en el artículo, el problema de Guti es que se quedó en proyecto de genio. Y a estos no se les perdona nada.
Pero… si fueras el entrenador, ¿por qué optarías? Por apartarle del equipo o por contar con su intermitente genialidad…
Sin entrar a valorar el aspecto del deterioro. El de él está claro que cuando lo alcance (estos genios suelen ser bastante más longevos que el resto de mortales en la producción de su calidad) quedará fuera de la convocatoria. Y el que produzca en su entorno…, bueno, sobre ese habría que hablar también, aunque ya digo que a los genios todos les perdonan todo, y el resto de compañeros no tratan de equiparárseles.