El cuarto jinete (3/3)
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Perfecto cierre a la trilogía, de lectura obligada a los futuros licenciados del deporte y a los aspirantes a poltronas deportivescas futuras. Dices que la imagen del dirigente es ahora lo principal frente a su misión básica tradicional. Se ve, para los que tenemos una cierta edad, en la evolución de los presidentes de los clubes de fútbol. Hace bastantes años ni dios conocía a la inmensa mayoría. No aparecían por los palcos y mucho menos viajaban con el equipo pues tenían que trabajar en lo suyo. Luego, y desde no hace mucho, todo empezó a cambiar. Desde la conversión en sociedades anónimas, sospecho. Ahora han dejado de ser anónimos y salen en los medios, palcos, aviones y teleles más que sus propios jugadores. Y si los jefes mandan y aparecen mucho, ya cabe imaginar el papelón a que quedan reducidos los deportistas, si exceptuamos algunos privilegiados como San Cristiano o el Ilustrísimo Señor Messi, que parezca que estemos ante genios superiores a Einstein o Leonardo Da Vinci.
Pero, fíjate, que todo ésto me parece una minucia al lado de lo fundamental: la cosificación de los deportistas. Buen palabro éste de la cosificación. Cosas, son cosas a las que se les intenta sacar todo lo aprovechable sin preocuparse de ir más allá, como es su salud, su descanso, sus necesidades. ¡Hay tantos donde elegir y tantos que por unas monedas o por millones de ellas son capaces de convertirse en simples macetas…!
Esos pilotos nocturnos, esos tenistas que tienen que dar la vuelta al mundo varias veces cada año, acabando todos lesionados a edades bien jóvenes, no hablemos de los manidos ciclistas, tan puteados… O cómo son controlados hasta los tuétanos por asunto del presunto doping. A Algunos les importa poco porque se forran en esos años de máximo lustre y esplendor, pero éstos son siempre una minoría. La gran mayoría acabarán como el rosario de la aurora.
En fin, que no sólo en el ámbito federativo y de dirigentes deportivos está el cáncer del abuso, la megalomanía y el triquitraque. La servidumbre voluntaria nunca tuvo más adeptos frente a una pandilla (pequeña pero aguerrida) de “líderes” y “dirigentes” que se creen los reyes del mambo… porque les dejan. Y así nos luce el pelo. Frente al clásico martillo de herejes habría que inventar o reivindicar el martillo de dirigentes. Y que se salven los pocos que se tengan que salvar…
Tengo para mí que los dirigentes adolecen de magalomanía porque les dejan. En la clase política ya lo sabemos. Pero en el dirigente deportivo es algo nuevo. En megaclubes y en federaciones deportivas hay tortas por hacerse con una presidencia. Y en las más importantes puede llegar a haber tiros, dicho sea de forma eufemística. Quizá sea sólo el ego de uno mismo que se ve reforzado. Pero uno debería darse cuenta que si ha llegado a la presidencia es para luchar por mejorar el entorno del deporte y del deportista… Pero la maleza no les deja ver el claro del bosque, y se pierden…