En el artículo «Bilardismo: entre trampa y agresión» esbozo una idea fija, a saber, que el bilardismo —definido como filosofía deportiva en el artículo— es la antítesis a la deportividad.
No es sencillo precisar una nueva idea; será el paso del tiempo lo que me vaya dando la pauta para delinear mejor sus fronteras.
En el cuerpo del artículo digo que «los gestos deportivos, cada vez más escasos, están siendo desplazados por el bilardismo».
Hasta que punto escasearán los gestos deportivos que un artículo aparecido en un exitoso diario deportivo confunden un gesto humanitario con un gesto deportivo:
En el caso de Alberto, portero del Betis San Isidro, tendrían que hacerle un monumento. Mario Jiménez, del Leganés B, quedó inconsciente tras un choque pero por suerte su ángel de la guarda llevaba guantes y estaba en el campo. Alberto, enfermero de profesión, se encargó de que Mario no se tragara la lengua y le introdujo el famoso tubo de Guedel para salvarle la vida.
Y esto por no hablar de lo exiguo del artículo, titulado muy pomposamente «Campeones en deportividad 2009: respaso a los gestos más bonitos de este año que termina».
Cinco escuetos párrafos relatando seis gestos supuestamente deportivos: sólo los dos primeros lo fueron, y en el primero de los relatados cuentan que los seguidores del equipo más noble censuraron la actitud de los jugadores que se dejaron empatar.
Y todavía tienen la desfachatez de finalizar con un deseo: «Queda la esperanza de contar muchos casos parecidos en 2010». Sí, ya veo… cuando esa misma prensa deportivesca se vanagloria de su forma de actuar durante el año, que no es más que bilardista.