Ha pasado mucho tiempo desde el último artÃculo de opinión «cáustico e irreverente» que he escrito, y me temo que ahora no serÃa capaz de estar pendiente de la actualidad deportiva. Y los artÃculos de fondo empezaban a repetirse…
El ministro de interior de España ha arremetido contra uno de los súbditos de esta corona. A Jorge Fernández DÃaz, vallisoletano de nacimiento con apellidos castellanos, aunque en su pasado polÃtico figura haber sido presidente del PP de Cataluña durante dos años, le ha molestado que el actual entrenador del Bayern de Munich haya optado por presentarse a las elecciones catalanas cerrando la lista de los independentistas.
Entre las memeces que recoge El PaÃs y que se escucharon en la episcopal COPE, siendo luego recogidas por Europa Press (todas fuentes de reconocida solvencia), el ministro dice que el ciudadano Guardiola no puede dedicarse a la polÃtica y seguir siendo entrenador.
Alguien del PP deberÃa decirle a Jorge Fernández que un ministro de España no puede andar diciendo sandeces por la radio. Todos entendemos que ir el último en la lista independentista (que esto es lo que le tiene a mal traer al ministro, porque si Guardiola se presentara por el PP apuesto a que no hubiera abierto la boca) no implica compromiso de dedicarse a la polÃtica, y que se trata de un mero gesto. DeberÃa admitir el ministro que lo que no es de recibo es dedicarse a la polÃtica nacional siendo a la vez asesor en empresas internacionales y multinacionales. Si el ministro quiere hacer algo por este paÃs puede leer mi crÃtica anterior, que me da que le incumbe a su ministerio mucho más que el hecho de que un afamado entrenador sea o deje de ser independentista, opte o deje de optar por ir en una lista electoral, la cierre o la encabece. Y si este hecho se le antoja tan grotesco, en su mano está legislar para que los entrenadores no se dediquen a la polÃtica, ni los de fútbol ni los demás, ni los afamados ni los de base (el entrenador del equipo de fútbol de mi pueblo es ahora concejal: ¿le parece al ministro algo «triste y lamentable»?).
Tenemos además una absurda ley que obliga a los profesionales a abandonar sus intereses para jugar con la selecciones de las federaciones españolas so pena de ser sancionados. Que yo recuerde ese punto no se ha modificado en la ley del deporte, pero tampoco me voy a tomar la molestia de buscarlo salvo que algún desinformado (como ya ocurriera con la vieja bitácora) me dijera que no existe tal obligación.
No deja de ser triste que paguemos a ministros tan lenguaraces como Jorge Fernández. Es ministro de interior… deberÃa saber que la ley obliga a los deportistas españoles a participar en las convocatorias de sus selecciones, y que un entrenador puede ejercer su derecho a ser polÃticamente elegible. Y que todo es perfectamente legal, tanto el ser obligado a participar en las convocatorias de una federación deportiva española a pesar de no querer hacerlo como el ser elegible en una lista de un partido polÃtico legalmente constituido. En su mano está cambiar ambas situaciones. Que opte por cambiar la más grotesca.
Debemos respetar la independencia personal de cada uno, pero no se puede aplaudir —ni siquiera permanecer inerte— ante la burla que algunos abogados del Estado dedican al paÃs y a sus instituciones, mofándose a continuación del contribuyente de nómina (el que la tenga) que no lo está pasando nada bien con la caÃda y permanencia en esta ya sempiterna crisis.
Venir a comparar la traición a la lealtad que deberÃa serles exigida por alguna de las miles de leyes que ha parido nuestro inane Congreso con un partido de fútbol es vergonzoso.
Cierto que no estamos en tiempos de guerra y que no podrán ser acusados de alta traición… Pero nuestro feble Estado, capitaneado por cada vez peores presidentes del Gobierno (desde el comienzo de la democracia cada presidente del Gobierno español ha sido peor que el anterior), deberÃa prohibirles la reincorporación a sus puestos de trabajo, negarles los beneficios fiscales que les correspondan e incluso poner en tela de juicio su nacionalidad española.
Y no es que quien suscribe vaya de patriota, que sobre eso he dejado escritas muchas páginas en este y en el viejo blog. Es que bajo cualquier otro sistema de gobierno que me fuera más grato (y no este oxÃmoron) seguirÃa pidiendo lo mismo. Y aún lo conseguirÃa.
Comentarios desactivados en Alipori, indignación, impotencia (con goles)
Dejar atrás tan perniciosas exaltaciones patrioteras se hará efectivo el dÃa que se abolan los himnos nacionales de los encuentros deportivos. Propio del torpe que huye hacia delante es pedir ahora sanciones ejemplares; empero, es de sabios sentarse a recapacitar sobre el pasado heredado.
El movimiento deportivo es un movimiento de Ãndole privada. Confundir y revolver esta base del movimiento deportivo con los intereses del grupo polÃtico que dirige un Estado en un momento dado es propio de ignorantes. Las falsedades, aunque se repitan un millón de veces, siguen siendo falsedades. Y de que «todo el mundo» afirme algo sólo sabemos que lo afirma todo el mundo, no que sea cierto (¿es necesario recordar que literalmente todo el mundo afirmaba que el Sol gira alrededor de la Tierra?).
La institucionalización de los himnos en el deporte es una herencia arcaica, un vestigio residual que debe ser abolido para no enturbiar la paz social entre los que creen que un himno es sagrado y los que van de fiesta a un estadio deportivo.
El aficionado acude al estadio al reclamo de un encuentro deportivo-festivo —y pagando la entrada de su bolsillo—, no a que le impongan actitudes marciales impropias de los tiempos que queremos vivir. Con polÃticos incapaces serán las federaciones internacionales quienes impondrán cordura; ocurrirá el dÃa que estas federaciones pierdan dinero por la estupidez insana del polÃtico que pretende suspender el encuentro por pitar un himno.