Un árbitro, cansado de recibir insultos del público, y después de ducharse y vestido de calle, vuelve a la grada a encararse con esos que «han pagado». Resulta que los abusadores, cara a cara, no mostraron ya tanto valor como el que derrocharon escondidos entre el gentÃo. El chaval, el árbitro, por toda «agresión» empuja a uno de ellos; no se ve otra cosa en el vÃdeo. Sin embargo en la noticia nos dicen que se enfrenta a una sanción que podrÃa apartarle de los campos de fútbol.
Pues yo le daba una medalla al valor, otra a la coherencia y otra más por hacer algo que deberÃa servir para abrir los ojos a la sociedad… o a la federación.
Resulta que la policÃa aparece cuando el chaval se encara con «el respetable», pero no han hecho acto de presencia cuando durante hora y media el ciudadano que cumple con su trabajo es insultado reiteradamente. Los demás espectadores deberÃamos llamar a los agentes de la autoridad cuando veamos esos insultos continuados, pero ya sabemos cómo acaban las cosas cuando uno se mete en asuntos ajenos. Quizá facultando al árbitro para parar el partido y llamar para interponer la denuncia… Porque está claro que en algunas categorÃas o/y campos es fácil identificar a quien se ampara en la masa.