Una chica confundida

Claro que no es lo mismo hablar de aquello en lo que uno está al día y está dentro de ello día a día que hablar de oídas o de recuerdos. Tampoco es lo mismo si te preparan la conferencia para satisfacer la necesidad de popularidad de la empresa que te paga. Es el caso de esta chica, Letizia Ortiz, otrora periodista, y que no parecía que lo hiciera mal, hoy metida a consorte de una quimera, ha perdido peso… específico en lo que a su vieja profesión se refiere.

Esta joven se atrevió a disertar sobre la conveniencia (o no) de que los periodistas deportivos deformen el lenguaje para, según ella, transmitir sensaciones.

Olvida la ex periodista que su alegato no puede ser trasladado a la prensa deportiva escrita, desde la que se arenga a los seguidores trasmitiendo consignas desaforadas y mensajes distorsionados que tratan de canalizar esas sensaciones irracionales. La prensa deportiva escrita ha de ser una prensa moderada y sosegada, y no la vergüenza de la prensa deportiva europea, tintándola de amarillo y de rosa. Claro que ser honesta diciendo esto hubiera supuesto una mayor pérdida de popularidad para su empresa.

En cuanto a lo de justificar ciertos excesos para transmitir emociones cabría ponerle coto (ya que se habla de ello, que a mí me parece un tema carente de interés). Sin ir más lejos, la exacerbación de emociones como las enarboladas por la chavala acaban en tremendas batallas en los campos de fútbol, que son imitadas por la juventud en sus partidos de patio.