Bocata de chóped

Vemos a diario cómo los directivos de diferentes entidades privadas se reúnen en torno a una mesa de carísimo restaurante para despachar algunos negocios. Entre otros, los clubes de fútbol profesionales (Sociedades Anónimas Deportivas), las federaciones deportivas (cada vez más profesionales en lo que a cobrar respecta), patrocinadores y patrocinados (sean éstas personas físicas o personas jurídicas), y por supuesto las empresas privadas, alejadas (a veces) del mundanal circo del deporte profesional, entre ellas bancos, petroleras, telecos, construtoras y otras no tan importantes pero que también han aportado su granito al hundimiento del país.

Hasta aquí todo es normal… Se trata de personas privadas que representan a instituciones privadas y que pueden hacer con el dinero de sus socios o accionistas lo que les venga en gana (o lo que les dejen hacer).

Lo que no es de recibo es que el señor Dívar, Presidente del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), puesto estos días en la picota (como deberían estar permanentemente todos estos personajillos públicos que arrastran sus complejos, limitaciones y malas pulgas, como todo hijo de vecino) manifieste impúdicamente que no ha malversado fondos públicos y reconozca públicamente que «sólo ha pasado las facturas a este órgano [CGPJ] de las comidas y cenas que ha mantenido con personajes de carácter público y oficial» (sexto párrafo en la noticia enlazada).

El Dívar este sabe perfectamente que para las reuniones de «carácter público y oficial» tiene a su disposición amplios y seguros despachos donde entrevistarse sin que le cueste un euro al contribuyente. Tal es la mengua de este país que se acepta el timo sin reparar en él. Ni un euro para cenas «oficiales» con cargo al contribuyente. Después de la reunión, cada cual a su casita donde podrá gastar lo que su sueldo le permita. Y si quieren cenar, comer o desayunar, que vayan a pachas con los convidados. ¿Por qué han de invitar con dinero de los españoles?