Y voy lanzado, que hace tiempo que no escribo en este blog. Tres dÃas seguidos, cuatro entradas en esta semana. Tengo por aquà guardado un corte que puede resultar interesante a quien, como un servidor, observe el deporte como espejo de la sociedad en que flota cual aceite sobre el agua.
Vaya un vÃdeo del bendito yutub de hace casi un año. Toni Cantó se dirige al presidente del CSD tras la intervención de éste. No hace falta saber qué dijo el Cardenal (que ya tiene bemoles dirigir el deporte nacional y apellidarse —casi— hematoma). El debate es ya manido, sobado, ajado. Pero viene a colación de un artÃculo que subiré en un par de dÃas, cuando amaine la tormenta que azota Bilbao y que tiene como vórtice un club de baloncesto local.
A Toni Cantó, que habla como un libro abierto, aunque en alguna ocasión ha patinado, igual que todo buen escribano echa un borrón, le ha faltado preguntarle al «Moratón» por qué el CSD se inmiscuye en los asuntos de una liga privada que se tilda a sà misma como profesional. Si son profesionales, y puesto que cobran por ello, que paguen sin demora a las arcas públicas. No se le ocurre a la SecretarÃa de Estado de EnergÃa, un suponer, mediar en el conflicto entre una hidroeléctrica y sus trabajadores, ni a la SecretarÃa de Estado de Telecomunicaciones absolver o legislar para que una telefónica pague sus impuestos cuando le dé la gana. No entiendo por qué a la SecretarÃa de Estado para el Deporte se le ocurre y le permiten sentarse con los clubes profesionales de fútbol, con la Liga de Fútbol Profesional y con la RFEF para mediar en una huelga futbolera o en las deudas acumuladas
¿Que quién es este hombre? Pues es paisano de un servidor, aunque más jovencito. Por tanto desde El espectador se le va a exigir mayor seriedad, compromiso y acierto. Al Lissavetzky, de triste recuerdo para el deporte español, le dimos caña. El efÃmero e insuficiente sustituto que nos legó (Albert Soler) se salvó por la desidia que embargó al irreverente que escribe en este blog. Y apuesto a que el actual secretario de estado para el deporte, por muy versado en derecho deportivo que esté, meterá la pata en numerosas ocasiones por servir al dictado a unas siglas polÃticas. Hará lo que le digan. Ya se sabe: si piensas, no milites.