Relatan los historiadores que en tiempos del medievo, y aún antes, existÃa gente estudiosa, llamados alquimistas, cuyo motivo de estudio caminaba a caballo entre la superstición, brujerÃa o magia, y la ciencia propiamente dicha, abarcando esta alquimia algunas otras disciplinas más.
Entre las infructuosas búsquedas de estos alquimistas se encontraban la archiconocida piedra filosofal, el elixir de la vida (o de la inmortalidad) y también la panacea universal; era ésta un pretendido medicamento que curarÃa cualquier enfermedad humana.
En nuestra época actual los alquimistas medievales estarÃan de enhorabuena y felicitarÃan a nuestros polÃticos, auténticos alquimistas contemporáneos, herederos de aquellos merlines que fraguaban imperios a base de intrigas, que manifiestan con avilantez haber encontrado finalmente la cura a todos los males que nos asolan tanto como individuos que como colectivo: el deporte.
Sirvan, pues, ejemplos obtenidos sin mucho esfuerzo leyendo las secciones deportivas de algunos medios de comunicación de estos dÃas atrás:
- El deporte contra el cáncer
- El deporte como ayuda al turismo
- El deporte contra el vandalismo
- El deporte como ayuda a los presidiarios
- El deporte y la solidaridad
- El deporte para solventar los problemas de la juventud
- El deporte como ayuda a las familias
- El deporte y los discapacitados
- El deporte como cauce para la superación personal
- El deporte para potenciar el valor de las mujeres
- El deporte para lavar la imagen del polÃtico
- El deporte como agente impulsor de otras iniciativas
- El deporte para sortear la crisis ganando buen dinerÃn (a cuenta de la crisis)
- El deporte, vertebrador del organigrama de un gobierno
Si estoy en lo cierto… me da que nuestros polÃticos (con la ayuda de los periodistas, estén o no a sueldo) sólo nos venden humo. Y nosotros lo tragamos obedientemente.