Hace unos buenos años era raro ver a alguien haciendo deporte en una silla de ruedas. Es como si quedar paralÃtico te invalidara para la práctica del deporte. Felizmente ha transcurrido el tiempo y se han superado clichés arquetÃpicos, y lo que antes parecÃa chocante ahora se ve como lo más normal. Incluso el COI, esa reunión de aristócratas que se han arrogado la representación de algo tan intangible como el movimiento deportivo, otorgando reconocimientos aquÃ, y distinciones allá, gasta sus buenos dineros en lo que han dado en llamar paralimpiadas.
Y esa evolución en la mente del ciudadano de a pie, el que sólo mira, o lo hace de vez en cuando, para los astros consagrados del balón, la raqueta o el volante, ha venido sucediendo paralelamente al cambio de nombres en esto del deporte de los paralÃticos.