En los años ochenta del siglo XX, hace nada para los abueletes, no hace mucho para los que peinamos canas, toda una vida para veinteañeros y ‘categorÃas inferiores’, corrió como reguero de pólvora la idea de que cualquiera podÃa dedicarse a esto del deporte con poco esfuerzo. Y crecieron como hongos tras la lluvia los entrenadores de fútbol (aún hoy todavÃa existen muchos entrenadores de balompié que ofician con el tÃtulo prestado y la federación sigue mirando para otro lado), y los monitores de gimnasia para amas de casa y abuelas.
Sà que han creado en España una licenciatura para esto que han dado en llamar las ciencias del deporte (que, la verdad sea dicha, el deporte tiene de ciencia sólo lo que la ciencia quiera tener de deporte), pero existe también la vÃa federativa donde después de pagar un cursillito y organizar algún campeonato, todavÃa hoy se regalan tÃtulos que habilitan para impartir clases y entrenamientos. Y por supuesto, en un paÃs cargado de derechos, de tabúes y de complejos, existe la vÃa privada del deporte, donde sólo cuenta el número de afiliados que tenga una franquicia. Quiero decir, sólo cuenta hacer caja.
Han pasado tres décadas y aún en los pueblos se puede encontrar al clásico, tÃpico y tópico, tonto del haba que como su madre fuera concejal sigue encastrado en el organigrama deportivo municipal a base de lamer, arrastrarse y plañir. En los barrios de las urbes ya encontramos empresitas de monitores veteranos que se atreven a contratar a otros monitores, muchos de ellos tontos del haba cuya madre nunca fue concejal. Los licenciados de INEF se decantan por la vÃa educativa, que les ofrece mayores garantÃas. En las metrópolis sin embargo opera la empresa tiburón de un amigo de aquel concejal que sentó las bases de las contrataciones deportivas en el organismo autónomo local para el área de deportes del Ayuntamiento en cuestión.
Aquella idea de que esto del deporte es tarea fácil aún subsiste en el imaginario colectivo. Cualquier tonto del haba y tonta del nabo puede dirigir un calentamiento, que es lo único que se hace en las clases de eso que se ha dado en llamar gimnasia de mantenimiento para amas de casa y amos del coso.
Pero la idea original ha comenzado a sufrir algunos matices. Ahora los esforzados profesionales se aventuran en el terreno de la invención (aquà profesional es sinónimo de cobrar, no de ofrecer calidad). Veamos dos ejemplos aparecidos semanas atrás en la prensa española.
(14.12.2013) El deporte autóctono ´colpbol´, obligatorio en Educación FÃsica.
¿Y qué coño es eso del colpbol? ¿Cuántos años de historia tiene el colpbol? ¿Quiénes son los campeones de la modalidad? ¿Gozará de la tradición del fútbol gaélico o el lacrosse o el hurling?
Pues siento defraudarles. El colpbol se lo ha inventado un tipo en un dÃa de feliz inspiración que asÃ, de la noche a la mañana, decidió que se podÃa jugar al fútbol pero ‘chutando’ con la mano. E inventó el colpbol.
Lo demás vino por sà sólo. Una comunidad autónoma tan necesitada de señas de identidad propias (será porque carece de ellas) como el PaÃs Valenciano o la Comunidad Valenciana —que uno trata de no herir sensibilidades y susceptibilidades, aunque de vez en cuando se explaye pisando algún callo— eleva por decreto a la categorÃa de deporte autóctono una soplapollez que no debÃa de salir del aula de educación fÃsica, un jueguecito al estilo al balón prisionero, definición que parece ser la más extendida. (SÃ, vale, una paranoia cinematográfica está dedicada a este jueguecillo de patio de escuela, pero en los USA son muy dueños de quemar su dinero privado como mejor gusten).
Por si acaso metÃa la pata en mi apreciación, y viendo que tras San Google está Don Youtube, aquà les dejo un vÃdeo explicativo donde aparece el padre del colpbol. No sé por qué, pero me viene a la mente este tipo yendo a la Dirección General de Deportes de Valencia y siendo recibido por el mismÃsimo consejero o consejera o lo que quieran tener allà (el director general de deportes directamente le debe prestar su coche oficial).
El vÃdeo es revelador de la palabrerÃa insana de este beato que por mor de una estulticia ha ascendido a los altares del nacionalismo valenciano: alternativa, parámetros, cooperativo, supremacÃa, igualitario e integrador (palabras mágicas en este paÃs de menguados), todo ello tachonado con muletillas tales que «es decir», «con lo cual». De aquà a nada veremos al colpbol llamando a las puertas del COE, y como allà atienden a cualquier descalzaputas, pues a lo mejor hasta surge una federación española de esta chuminada. De momento esta memez del colpbol es obligatoria en Educación FÃsica en toda la Comunidad Valenciana.
Pero vean (más abajo) y juzguen el vÃdeo… A mà me ha gustado mucho cuando el individuo pasa a enumerar la extensión de su invento recién parido. Según él va dando la relación de comunidades autónomas un servidor iba diciendo: «un colegio del PaÃs Vasco, dos colegios en Cataluña, un instituto de Galicia…» (superadas estas tres regiones de marcado carácter independiente se aprecia que al ‘profe’, curiosamente, comienzan a fallarle sus recursos geográficos). No tiene precio cuando el susodicho da el salto a los paÃses donde según él se practica el colpbol, y mete a México en medio de Sudamérica, cuando ni siquiera pertenece a Centroamérica. Y el tipo es que, ilusionado, hasta se lo cree y todo… Con qué énfasis ha engarzado que «de hecho» les han llegado correos electrónicos del otro lado del Atlántico para acabar concluyendo arteramente que en aquellos paÃses también se practica el colpbol.
Luego se le va la pinza y se enzarza en un batiburrillo de ideas cuando quiere explicar que el colpbol puede ser practicado a cualquier edad: origen escolar, origen pedagógico, salto fuera del ámbito escolar, competiciones de adultos… de institutos… de centros escolares. El tipo sube y luego baja en su categorización de edades para quedarse donde estaba; no miente pero no dice la verdad. Y uno tiene derecho a pensar que como mucho habrán jugado él y algunos profes frikis amigos suyos. Cual prestidigitador de palabrerÃa te injerta un concepto en la mente, pero luego su moral judeocristiana, ese gusanillo de la conciencia, le dice que está mal mentir tan descaradamente que te puedan pillar. Escúchenle cuando concluye «[…] hasta adultos de no hay edad». Jojojo… Vaya nacionalista de chichinabo que le ha salido al deporte valenciano.
Pero si es que el tipo no tiene la culpa de creerse el señor de las pelotas. ¿No se ha inventado el paddle que sólo se juega en tres o cuatro paÃses y hay quienes viven de ello?: clases, vÃdeos, campeonatos, materiales, canchas… Es el nuevo El Dorado en un paÃs de atocinados, donde todos sin excepción aspiran a que el niño les salga un ‘cristiano messÃas’ para jubilarles antes de entrar en la cincuentena.
Aquà tienen el vÃdeo, que ya se me habÃa olvidado y no tiene precio:
Del segundo ejemplo que les comentaba al principio les dejo el enlace a continuación:
(07.01.2014) El deporte como premio.
Y háganme el favor de ir criticando ustedes mismos a estos cretinos o/y majaderos, que yo no me tengo en pie de la hartada a reÃr que todavÃa me estoy pegando. Otros que han descubierto la pólvora mojada y que a buen seguro aspiran a algún reconocimiento institucional a ser posible en metálico. Asistir a algunas ponencias, impartir algún seminario o ser reclamados para difundir su experiencia en el marco de un máster del deporte aplicado a la empresa o alguna otra memez semejante. Palabra que hay quien se ha ganado su buen dinero con seminarios del tipo «táctica y estrategia de los deportes de combate aplicadas a la gestión empresarial» contratados por federaciones de empresas, habiendo sido ellos mismos malos competidores y pésimos entrenadores. Pero justo es reconocer que fueron capaces de convertir en lÃquido tanta incompetencia, y sabido es que quien roba a un ladrón tiene cien años de perdón.