Este pasado viernes me han invitado a una reunión pugilÃstica. Fue maratoniana, con diez combates de aficionados y tres de profesional. Hay veces que llevados por el ansia de agradar se acaba hartando al público. Pero no era ésta la reflexión que querÃa traerles.
Dada la dilación de la velada (y nunca tuvo mejor nombre, pues acabó hacia las dos de la madrugada) hubo dos descansos. Tras el fin del segundo intermedio el locutor y promotor del espectáculo boxÃstico se subió al ring y desde allÃ, haciéndose bien visible, lo cual no dejó de tener su mérito, comunicó al respetable que se hallaban presentes dos o tres concejales de la ciudad, entre ellos el de deportes, y pidió un aplauso para ellos.
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