Vuelve El espectador ante a un nuevo panorama internetero. La autopublicación de artÃculos de opinión y de fondo se complica con la nueva ley recaudatoria que permite a la prensa cobrarnos por citar fragmentos no significativos de sus noticias. Al final las noticias se convierten en bienes intangibles sobre los que existen derechos de autor (o algo similar) cuando desde los orÃgenes de la prensa los periodistas y sus diarios se sentÃan congratulados con el mero hecho de que se les citara y reconociera como fuente de información. En nuestra época el vil metal condiciona las leyes, y con mentes febles al frente del gobierno y menguados profesionales en la polÃtica con el bolsillo siempre abierto (o la cuenta en Suiza), comprobamos qué fácil es dictar legislación desde los sillones de las corporaciones. Los señores diputados se han convertido en tÃteres al servicio del partido so pena de ser defenestrados por tener ideas propias, y los partidos son marionetas en manos de las macrocorporaciones. No hace falta tener un hijo o un amigo en el Congreso y aguardar a que medre; con ofrecer dinero y favores se pueden comprar voluntades carentes de dignidad.
Asà las cosas, creemos, a la vista de lo leÃdo en Genbeta que los meros enlaces no son objeto de cobro irrenunciable (que tiene bemoles el doble lenguaje: «yo no querÃa cobrarte, pero la ley dice que es un derecho irrenunciable, asà que te lo voy a cobrar de todos modos para que no se lo lleven otros»). Y nosotros, tontos bitacoreros que encima pagamos un dominio anualmente de nuestro bolsillo, enlazamos a los diarios nacionales y regionales llevándoles tráfico en la medida de nuestras posibilidades.
Rascada, pues, estas pulgas que nos tienen a mal traer, entraremos en materia con los últimos acontecimientos vividos en el fútbol español, la muerte de un ultra, que no hincha, futbolero.
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