Hoy me llegan dos noticias que me hacen sonreÃr, porque me recuerdan a Bill Murray en aquella pelÃcula del DÃa de la Marmota («Atrapado en el tiempo» fue el tÃtulo en España). Si he perdido la gana de escribir en este blog es por ese dÃa de la marmota que se vive continuamente en el deporte.
El trabajo en el viejo blog fueron siete años incansables. Pero rompà mi rutina porque escribÃa una y otra vez siempre sobre las mismas cosas… una y otra vez. Hoy me topo, en primer lugar, con esta información: «Sonora pitada al Rey y al himno español […]».
Lo dije en su momento hasta repetirme como el ajo, pero lo diré una vez más por si queda algún despistado… o por si a alguno se le ha empezado a caer la venda, para que pueda ver por sà solo:
Los himnos han sido compuestos para ser interpretados en momentos solemnes, y un encuentro deportivo tiene más de fiesta que de momento solemne. Ni siquiera la entrega de trofeos es un momento solemne… es otro momento festivo.
Que eliminen de una vez por todas los himnos de los encuentros deportivos. Tuvieron su momento hace ciento y pico años, cuando el misógino confeso Pierre de Coubertin buscaba el apoyo de las naciones para su sueño re-olÃmpico en una Europa que pronto se verÃa envuelta en dos grandes guerras en gran medida por los nacionalismos. Incluso los desfiles en los Juegos OlÃmpicos son un remedo de un desfile militar.
La segunda noticia-ajo la dejaré para mañana, más que nada por ver si suben las estadÃsticas de este blog medio abandonado (querido Puñetas, ya ni siquiera digo bitácora… creo que hoy en dÃa muchos no sabrÃan ni de qué estarÃa hablando).
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