Una pena tanta comedia

Me he puesto a ver el Málaga-Sevilla con mi hijo el pequeño que (no es del todo culpa mía) me ha salido futbolero. Está siendo un partidazo (ya es raro que me haya quedado a ver toda la primera parte), con mucho ritmo y buen juego. Pero es una lástima que un grupito de jugadores (por ambos equipos) se estén dedicando más a fingir faltas o/y a exagerar los pequeños golpes que se llevan que a correr y a jugar. Esa no es una actitud profesional.

No parecen hombres sino muñequitas (al más puro estilo Andrés Iniesta, que chilla y se tira cada vez que alguien se le acerca). A lo mejor estos jugadores buscan un fútbol-baloncesto donde no se pueda tocar al que lleva la pelota, pero me temo que llegado el caso dejará de ser un deporte que engancha por lo que tiene de viril su puesta en escena. Repito para los que acaben de llegar: no me gusta el fútbol profesional.

Actualización a las 23:20 h. Acaba el partido y el bajón de juego ha sido considerable. Estos tipos gastan demasiada energía en gesticular, tirarse (o dejarse caer tras forzar el contacto), fingir y protestar. Se ve que la tarjeta amarilla es demasiado botín y ponen más empeño en conseguir que se la saquen a un rival que en proseguir el juego. La emoción se ha mantenido por lo incierto del resultado, pero me he aburrido en esta segunda parte. Sí, sí, ya sé… el rollo ese de las 180 pulsaciones… Una disculpa que ha calado en el aficionado. Me pregunto qué hacen en rugby, boxeo, fútbol americano o kickboxing para que no se les vaya la pinza.