País de aldeanos

Si España ha de estar en algún G8 no será ni en el económico ni en el —inexistente— deportivo (otro zapatazo de Zapatero) sino en el de los pobres de espíritu.

Nos empapelan a un juez que ha tenido el valor de hurgar en los crímenes de la dictadura española y empapelan a un ciclista al que no le ha importado enmierdar la credibilidad de honestos ganaderos, pero la gente se tira a la calle clamando «¡inocente, inocente!» para aclamar al ciclista dopado (según el TAS, que le ha condenado), y los políticos han perdido el culo arropándolo y la cabeza diciendo que se comete una injusticia: la alcaldesa de Pinto y la presidenta de la Comunidad de Madrid confunden el culo con las témporas o su cargo con sus representados… Hablan en plural cuando deberían hablar en primera persona, y aquí se descuelga la misma desEsperanza Aguirre apoyando a un tipo sancionado por doparse. No cabe mayor despropósito o mayor empanada mental, pero qué vamos a esperar a estas alturas de la estigmatizada casta política de este país. Deberían pensar estos políticos que sus gustos y sus ideas no son los de la mayoría… ni siquiera coinciden con los de la mayoría de sus votantes.

(La nota del CSD ha sido mucho más equilibrada y responsable).