Comparaciones odiosas, necesarias comparaciones

El (des)Gobierno de Expaña, que lleva tiempo mostrando su negra garra lobuna al llamar a la puerta de los cabritillos borregos proletarios, propuso hace unos meses endurecer el Código Penal español entre otros artículos en aquellos que convenían a las huestes peperonas. Como en su dictadora mayoría parlamentaria confunden el poder ejecutivo y el legislativo, quisieron adelantarse a las algaradas que iban a suponer sus incomprensibles reformas y (des)ajustes sociales, y el siempre peligroso Gallardón decidió que se había de imputar «a partidos y sindicatos si sus afiliados causan daños» con motivo de manifestaciones y otros actos de protesta.

Bueno, podría entenderlo, porque ya está bien de que siempre acaben rotos los semáforos y los contenedores de basura y tengan que sufragarse los desperfectos con el bolsillo de todos…

Por supuesto los sindicatos (que hace meses han dejado de poner el grito en el cielo) mostraron su natural «Preocupación […] por la propuesta de castigo del Gobierno».

Hace dos días, nos enteramos de la «Marcha atrás en las propuestas más severas de Interior sobre orden público». Ya no se podrá «imputar penalmente a sindicatos y partidos políticos por los daños que causen sus afiliados en las manifestaciones».

Bueno, podría entender esta bajada de principios como una sabia medida o incluso como una muestra del (des)Gobierno de Expaña para mantener la concordia social. Pero entonces… ¿Por qué se multa e incluso se le cierra el campo a un club o SAD por los desmanes que cometa en un estadio, no un socio vinculado a la entidad, sino cualquier zoquete que sea calificado como seguidor del equipo?