Publicado el 24 de mayo de 2013
En La Rioja, una de esas inexplicables comunidades autónomas uniprovinciales desde el punto de vista de la eficiencia económica (aunque pueda tener su lógica desde la eficiencia administrativa… aunque de ser asà sobrarÃan las demás comunidades autónomas, donde cada provincia goza de su correspondiente diputación provincial) han parido otra ley: una ley del deporte nueva.
Esto de excretar leyes sirve de justificación a la existencia de polÃticos y demagogos, de sus adláteres y secuaces, de palmeros y comepingas varios. ¿Por qué no sancionar una ley en un marco tal que pueda ser modificada aquà y allá parcialmente pero que nos dure cincuenta o noventa años? Uno tiene la sensación de que la puñetera obsolescencia programada se ha instaurado también en los diminutos gobiernos españoles.
DecÃa que han parido una nueva ley que, alardean provincianamente, tiene casi 200 artÃculos; como si de la cantidad se derivara indefectiblemente la calidad. Continúa el periodista glosando que la ley que van a derogar llevaba vigente desde 1995, como si esto no fuera ayer (muy posiblemente el becario haya nacido en esa década), y nos explica que el motivo ha sido «que las administraciones (sic) y las federaciones no pueden ser ajenas a la nueva realidad deportiva»; pero, ¿de qué nueva realidad deportiva nos hablan? De forma un tanto crÃptica y algo oscurantista se nos dice que «la administración (sic) modificará el ámbito normativo y las federaciones ampliarán su ámbito de actuación». Pues bueno, pues vale, pues muy bien.
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